Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

No se puede negar que en los últimos meses hemos visto una importante acción judicial contra algunos corruptos, todos ellos vinculados al gobierno y partido de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, pero da la impresión de que el radar de la justicia es de alcance limitado y no llega más allá del año 2012 cuando los del PP se hicieron con el poder siguiendo el mismo camino, y haciendo las mismas mañas, de todos sus antecesores en sucesivos procesos electorales “ganadores”.

Pero la lucha contra la corrupción implica mucho más que esos procesos que, ojalá, terminen refundiendo en la cárcel a los pícaros por sus malos manejos. Para empezar, vemos que el gobierno actual presenta un nuevo Presupuesto General de la Nación que se infla en casi nueve millardos sin hacer énfasis en el tema central de la calidad y orientación del gasto. Es, literalmente, más de lo mismo porque simplemente se está incrementando la cantidad de dinero para gastar de acuerdo al modelo que ha sido el gran facilitador de la corrupción. Finanzas Públicas tendría que haber sido el motor de un nuevo modelo de gestión para asegurar transparencia tanto en los contratos como en las adquisiciones del Estado, pero analizando en detalle los mecanismos de control, nos damos cuenta que son únicamente para taparle el ojo al macho porque la posibilidad de hacer trinquete sigue estando por allí.

No digamos en cuanto a los procesos dirigidos a otros gobiernos. Todos los que llegaron al poder, desde Cerezo hasta nuestros días, fueron cooptados mediante las mismas prácticas que llegaron a ser escandalosas cuando se supo que los Patriotas, como se hicieron llamar las huestes de Pérez y Baldetti, incurrieron en ellas. Pero aquí todos han pactado con poderes económicos y mafiosos a cambio de donaciones que pueden ser en efectivo o en especie y que, absolutamente, significan la cooptación del poder.

Miremos nada más el caso del actual Presidente con una campaña modesta. No invirtió mucho dinero, pero pudo disponer de una seguridad personal importante que fue gestionada y manejada por quienes luego, como parte del arreglo, se hicieron cargo de la SAAS y del círculo más cercano de control que siempre ha existido en la Casa Presidencial. Quienes le pagaron los guardaespaldas en campaña y le dieron los blindados a Jimmy Morales no aparecen entre los financistas de campaña, pero financiaron una parte crucial que nunca aparece entre los gastos electorales y que, siempre, ha sido fuente de poder para determinados grupos.

Cómo puede ser, me pregunto, que Gustavo Alejos esté preso por lo que hizo con el PP en materia de venta de medicinas, pero no sufra ni un señalamiento por lo que pudo haber hecho, y de verdad hizo, desde su importante posición de Secretario Privado todopoderoso en el gobierno que dirigió la mujer de Colom bajo la débil y endeble fachada del marido.

Son apenas pinceladas de lo mucho que hay por señalar y que, evidentemente, no generan interés ni preocupación ni a la CICIG ni al MP porque, finalmente, ni a ellos ni a la ciudadanía les interesan de verdad atacar la raíz de la corrupción.

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