Isabel Pinillos – Puente Norte
Ipinillos71@gmail.com

Documentos de identidad, más y mejores consulados, acompañamiento legal, pero principalmente, una visión de servicio exterior comprometida por encima de todo, en proteger sus derechos frente a la brutal “criminalización” de la migración y la realidad desgarradora que viven hoy en Estados Unidos.

En este espacio se ha intentado dar a conocer las necesidades de los migrantes guatemaltecos quienes aportan tanto a este país sin recibir nada o casi nada a cambio. Como tal, son un grupo diverso y heterogéneo, espejo de nuestra población. Los hay ricos y pobres, ladinos e indígenas, profesionales, operarios, administrativos y campesinos, niños y niñas. Los hay con o sin permiso migratorio, con o sin documentos de identidad. Por ello, utilizar el término de “migrante” en una misma categoría resulta vago e impreciso.

Sin embargo, ante la actual crisis política y social en Estados Unidos causada por una visión consensuada entre dos partidos que ha decidido el cierre de fronteras a cualquier costo, existe un grupo que hoy se encuentra prácticamente abandonado por el Estado de Guatemala. Me refiero a aquellos provenientes del interior del país, en su mayoría de aldeas en Huehuetenango, San Marcos, Quiché y Quetzaltenango y cuya principal razón de emigrar se debe a la creciente pobreza y falta de oportunidades en la región. A estos los dividiré en dos grandes grupos.

Los primeros, quienes ya viven allá y mantienen económicamente a sus familias de manera transnacional, y a pesar de no ser reconocidos en sus derechos también mantienen a flote al país con sus remesas. Lo que más necesitan estos del Estado de Guatemala es poder regularizar sus documentos de identificación, y contar con el DPI, el cual menos de 50 mil han sido entregados. Necesitan además mayor número de consulados, para cubrir estados como Washington, Carolina del Norte o Nebraska en donde los guatemaltecos deben viajar hasta catorce horas para llegar al consulado más cercano.

Pero también existe un segundo grupo de reciente llegada al norte, de quienes esperan juicio para decidir su permanencia o deportación y se encuentran recluidos en centros de detención como delincuentes. En muchos casos no acuden a las audiencias por temor y pierden la oportunidad de asilo por falta de asesoría, y lo que más necesitan es un debido acompañamiento legal que los proteja en un momento crítico de los abusos del sistema.

El sentimiento en común de todos es el temor, la inseguridad y la discriminación que sufren debido a su situación irregular. Después de cargarse de valor para acudir al consulado, necesitan un trato digno del otro lado del mostrador, tomando en cuenta sus circunstancias, su vergüenza, su cosmovisión. En otras palabras, necesitan a alguien que se ponga en sus zapatos.

¿Qué no necesitan? Individuos autoproclamados como “líderes migrantes” que no los representan y únicamente promueven agendas políticas, económicas o personales. ¿Qué no necesitan? Más recursos desperdiciados en un Conamigua inoperante; consulados en zonas de lujo, como el de Miami a donde solo pocos se atreven a entrar; personas asignadas al servicio exterior sin vocación y pasión por servir a las personas.

Para lograr esto, es indispensable que los limitados recursos que el Congreso asigna a los migrantes sean utilizados sabiamente y que atienda el llamado del Ministerio de Relaciones Exteriores para una mayor asignación presupuestaria que permita aumentar su infraestructura en el exterior e incluir una capacitación con orientación humana para su personal. De manera paralela, el Minex deberá reencausar su visión institucional para proteger con garras, los derechos humanos más esenciales de los guatemaltecos en el extranjero. Esto es lo que sí necesitan los migrantes.

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