Francisco Cáceres Barrios
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De un tiempo a esta parte las autoridades nos atiborran de datos estadísticos, por ejemplo, que en los servicios de salud hay contratados alrededor de 55 mil servidores públicos, pero ¿de ellos cuántos serán los que efectivamente prestan servicios en beneficio de la población necesitada; cuántos se mantienen en actividades sindicales o en menesteres que ni les van ni les vienen; cuántos están en funciones administrativas que desempeñan hasta tres empleados cuando solo se necesita uno? El otro día me fui de espaldas cuando leí que Guatemala tiene alrededor de 15 mil personas involucradas en pandillas, de donde me pregunto ¿cuántos policías efectivamente los están combatiendo, porque mientras nuestro Presidente viaja cómodamente por el extranjero, al transporte urbano y extraurbano le es imposible seguir prestando su indispensable servicio público y para colmo, hasta los mercados cantonales y municipales se están viendo en la necesidad de cerrar sus puestos de venta ante el azote de la delincuencia.

Todo parece indicar que gobierno tras gobierno, especialmente de Arzú para la fecha, se han dedicado a explotar nuevas formas de hacer política. Ya no les basta emplear recursos públicos para mantenerse regalando durante el período para el cual fueron electos fertilizantes, alimentos, viviendas, pelotas de futbol o cuanta cosa se les ocurra para practicar su politiquería, hasta dedicarse a hacer de los organismos del Estado grandes casonas de empleo, ya sea para llevar agua a su molino como para poder consumar sus latrocinios. De esa cuenta, la función pública se ha venido convirtiendo en recopiladores de información, desde cuántos accidentes de tránsito ocurren a diario, hasta cuántas personas fallecen de enfermedades comunes pero, de campañas preventivas para que estos hechos ocurran ¡ni por asomo!

¿De qué nos sirve la información estadística del aumento de policías al servicio de las comunidades del país, si a la hora en que es forzosamente necesario despejar las vías de comunicación para permitir el libre acceso y salida de los pasajeros de la Terminal Aérea La Aurora, no aparecen por ninguna parte y si lo hacen, es solo para servir de simples espectadores? No hay día de Dios que no leamos u oigamos por los medios de comunicación el catastrófico número de accidentes que ocurren en nuestras calles y carreteras pero, por ninguna parte vemos a las autoridades de tránsito imponiendo sanciones a los motoristas transportando en uno de esos peligrosos vehículos a su familia hasta de 5 miembros; a los taxistas violando en un instante varias disposiciones de seguridad poniendo en peligro la vida de ellos y sus pasajeros y ¿qué decir de quienes en estado de ebriedad dejan con sus vehículos un reguero de muertes?

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