Rolando Alfaro Arellano

“No sometas a Siracusa al poder de
un hombre absoluto, ve a tu pueblo
averigua quienes son sus mejores
hombres y convénceles que sean ellos quienes
hagan las leyes de tu República”.
-Cicerón-
Dedicado a las mesas de reforma judicial.

-IV-

En anteriores artículos me permití señalar algunas de las causas del atraso en los intentos de querer modernizar el sistema de administración de justicia del país, sin embargo, a la fecha ello no ha sido posible y tan precipitados son algunos legisladores que han lanzado una iniciativa como para adelantarse a los acontecimientos, sin reparar el esfuerzo que a la fecha se efectúa por diversas personas en la organización de mesas de trabajo a efecto de proponer ideas para mejorar la administración de justicia.
Al efecto, es necesario subrayar que las precipitaciones en temas tan delicados, no pueden tener buenos resultados, pues pareciera que algunos políticos y personas interesadas se empecinan en querer seguir gozando del estatus quo que a nada bueno nos ha conducido en materia judicial.
A lo anterior, es urgente señalar que quienes no tienen experiencia en estudios jurídicos, quizás con algún respaldo a saber de quién, nos desean mantener esclavizados en el pasado tan lúgubre como castigo a las buenas intenciones de guatemaltecos moralmente aptos para poder dialogar y proponer ideas sanas que guíen a las autoridades a mejorar el desorden que en el referido sistema se empeñan en seguir respaldando.
Asimismo, la anarquía moral y el empirismo en lo que tantas veces se ha denunciado va desde proponer que los magistrados, tanto de salas de apelaciones y de la Corte Suprema se integre con profesionales que nunca han administrado justicia, craso error porque los que han logrado ingresar con tal concepto tienen que empezar por aprender cómo funciona el sistema judicial, o, en el mayor de los casos delegar funciones en asesores para liberarse de una carga de trabajo que con anterioridad no habían soñado.
Por otra parte, ciertos funcionarios persisten en no usar distintivos que ante el público impongan respeto de su actuación, me refiero, al uso de la toga como tal y que tanto recomendara a los profesionales de las Ciencias Jurídicas los grandes tratadistas que algunos hemos tenido ocasión de estudiar. Esta situación permite que las personas, sin educación cívica, les falten el respeto a los juzgadores, incluso en los debates recientes, hemos visto que insolentemente le han gritado al juez que tiene a su cargo los delicados procesos que se vienen ventilando en la Sala de vistas de la Corte Suprema de Justicia.
En consecuencia, nos preguntamos: ¿acaso los médicos, cirujanos y odontólogos no utilizan prendas apropiadas a su formación profesional?, ¿Y los mecánicos y choferes?
Y de semejantes errores podemos llegar a la experiencia judicial que, se obtiene, desde que se empieza a trabajar en los tribunales de justicia aún en los años de estudio hasta graduarse de Abogados. Sin esos requisitos los jueces hechos a la fuerza podrán, probablemente, trabajar en los juzgados, pero sin mayor atención en relaciones humanas y sin mayor formación jurídica requerida para tales cargos.
Finalmente, es recomendable que jueces y magistrados, sean de Carrera Judicial y no improvisados. A ello, debemos agregar que el sistema procesal que se maneja en los diversos tribunales debe ser totalmente oral en la etapa procesal que a cada juicio corresponda, especialmente que no se persista en el error de querer discriminar a los jueces y magistrados mayores de cincuenta años y que poseen suficiente experiencia que los principiantes no la podrán obtener sin trabajar desde un principio en los Tribunales.
Continuará…

Artículo anteriorPara nosotros es más cómodo ser pacientes…
Artículo siguiente¡Tiene razón Guerra Roldán!