Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

El tiempo pasa y la población guatemalteca sigue esperando ansiosamente que los funcionarios cumplan con sus deberes o ¿Será misión imposible atender debidamente los esenciales servicios que el Estado tiene obligación de prestar a la comunidad? Sabemos bien que hay miles de casos que podríamos traer a colación sobre la materia, pero por razones de espacio hemos escogido tan solo tres de estos por su especial relevancia y necesidad, dado a que de una u otra forma constantemente perjudican.

Empiezo mencionando los cada vez más deficientes servicios del IGSS, que no hay día de Dios que no se mencionen en los medios de comunicación social por no ser dádivas del Estado, sino una obligación claramente definida en las leyes del país para quienes pertenecen al régimen de seguridad social y por consiguiente son o fueron contribuyentes al mismo. Las promesas son muchas pero no hay modo que se cumpla con proporcionar los medicamentos necesarios, la pronta, amable y eficiente atención en las unidades médicas a los afiliados y el pago de las prestaciones en dinero a que tienen sobrado derecho. ¿O es que todo lo anterior maquiavélicamente se ha venido haciendo para propiciar la ahora tan profusa desmonopolización de sus programas?

El Registro Nacional de las Personas (Renap) ese elefante blanco creado por el Congreso como un magnífico ejemplo de lo que no debe hacerse si de confiabilidad, eficiencia y buen servicio se trata, especialmente cuando se invirtieron muchos millones de quetzales para disfrutar de los avances de la tecnología moderna, lo que resultó totalmente adverso a las mejores expectativas, al punto que ahora añoramos los tiempos en que era posible gestionar aquellos documentos elaborados a mano que si mucho tardaban un par de semanas entregarlos. Ahora, sacan de sus casillas a cualquiera cuando llevan hasta meses de espera por una simple reposición del Documento Personal de Identificación (DPI).

¿Y qué decir de ese otro elefantón ministerial encargado de mantener las vías de comunicación, llámese carreteras, caminos o veredas, en buenas condiciones para que los propietarios de vehículos no tengan necesidad de vivir haciéndoles reparaciones o gastándose el dinero que no tienen en las ventas de repuestos, las que hacen su agosto en todos los meses del año? No, para eso y para todo lo que represente prestar los mejores servicios del Estado hacia la comunidad no hay una, sino mil excusas que sacan a relucir los voceros o funcionarios argumentando no contar con el dinero suficiente, que están en proceso de reorganización o que toda la culpa la tienen sus antecesores, olvidándose que llevan más de seis meses de haber asumido sus respectivos cargos. ¡La de nunca acabar!

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