Eduardo Blandón

Los medios de comunicación social son el vehículo con el que las fuerzas del poder oculto asoman la cara para confundir las buenas conciencias. Son los posmodernos cantos de sirena, melodías de las que también se hacen eco las redes sociales a través de perfiles falsos, con el propósito de desinformar.

Las patrañas propuestas son variadas.  Destaca por ejemplo la idea de que el proceso descansa en exclusiva en el testimonio de Juan Carlos Monzón.  Falso.  La parte acusadora ha armado el rompecabezas y demostrado con hechos no solo el enorme desfalco al fisco, sino el funcionamiento de la red, sus actores y el reparto de los bienes que no les pertenecía.

Los corruptos insisten en que se trata de una conspiración que cuenta con el beneplácito de la Embajada de los Estados Unidos. Negativo. Lo que existe es una acusación que, apoyada en evidencias, demuestra cómo Otto Pérez y Roxana Baldetti, comandaron una red delincuencial digna de una antología del mal. Los acusados hasta ahora, sin embargo, no han podido desvirtuar las pruebas en su contra, inventando conspiraciones y golpes de Estado “blando”.

Se dice que los banqueros y empresarios son gente honorable cuya reputación no debería estar en entredicho. Más o menos. No se debe generalizar malsanamente a través de acusaciones gratuitas, pero tampoco se puede ocultar que algunos banqueros, empresarios y cafetaleros, han medrado a costas del Estado. Algunos de ellos se han asociado a las redes políticas y han extraído al amparo del poder estatal ingentes sumas de dinero (mucho de ello, mal habido).

Por último, sin ánimo de agotar el tema, se afirma que lo que hay ahora es un ardid de la izquierda. Se trataría de personajes envidiosos, parásitos y guerrilleros frustrados que provocarían la insidia y la anarquía. Falso. Hay un sentir ciudadano que va más allá de las ideologías clásicas. Existe un cansancio que es la que conduce a la plaza pública y al anhelo de justicia.

La ciudadanía debe rechazar los corifeos que intentan pervertir el propósito de una persecución penal en la que se debe castigar a los ladrones. Prestar oídos a la radio, la televisión y algunos medios escritos que están al servicio de dueños cuyos intereses por años han sido perversos para el país, es nefasto para sacar adelante a Guatemala. Lo inteligente de nuestra parte es fingir sordera, razonar mucho y continuar pidiendo justicia.

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