Los diputados han sido tan eficientes en ser la esencia del descaro, el rostro de la transa y de la ofensa a la población, que la sociedad ni siquiera tiene tiempo de asimilar cada uno de los hechos que se conocen porque de inmediato viene uno nuevo que distrae a una sociedad que ya sufre de déficit severo de atención.

Con las renuncias ayer de dos diputados para “dignamente” enfrentar a la justicia, la pregunta es si no deberíamos esperar la renuncia de 156 más porque realmente de este Congreso no puede salir nada bueno. Es peor que el anterior y será aún peor el próximo si no hacemos la reforma política real que regule el financiamiento en serio y cambie las formas de elección.

Pero queremos regresar a lo que estábamos hablando porque no puede ser que ahora algunos se rasguen las vestiduras habiendo sido parte del problema. Ya no es si han hecho una o dos cosas más o diferentes, simplemente son parte de un cuerpo que ha sido pilar del sistema de corrupción y de impunidad en que vive el país.

¿Se recuerda alguien de Giordano? ¿De la diputada que ahora pide modificar la Ley contra el Femicidio, pero que presionaba al Ministro de Salud porque su “investidura” se respeta? ¿O de Fajardo cuándo en nombre de la UNE quiso abortar a CICIG antes de nacer? Sería un serio problema si pedimos a la población que haga un listado de 5% de diputados que se consideren idóneos para representar al ciudadano. Si no podemos encontrar ni a 8, no vale la pena pelear por un organismo con tal nivel de pudrición.

De una u otra manera, todos han aceptado que han tenido personal sobrepagado, plazas de más, conocen cómo se negocia el Listado Geográfico de Obras o han sido partícipes de las citaciones a funcionarios del Ejecutivo que se ven chantajeados para asignar plazas, contratos o cualquiera de los otros negocitos con los que los parlamentarios se vuelven millonarios.

Por supuesto, que todo esto se les ha permitido a cambio de que voten a favor de los intereses de financistas de campañas, de mantener el secuestro de las cortes y toda aquella institución que pudiera ser utilizada para transformar la situación de Guatemala.

La verdad es que en la situación actual, lo mejor que le podría pasar al país, es que haya 156 renuncias más y que el elector juegue su papel con responsabilidad, entendiendo que aquí no hay diferentes y que desde afuera todos se ven igualitos.

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