Fernando Mollinedo C.

Hoy en términos generales hago una generalización imperfecta de las acciones realizadas por los políticos en busca del voto que servirán en el conteo para llegar a ejercer el poder.

En Guatemala, la mayoría de votantes pertenece al sector que trabaja en pos de una posición económica que permita un ingreso económico digno; no tiene ingresos porque carecen de apoyo para la producción y comercialización; además, no hay fuentes de empleo ni oportunidades de educación y mucho menos capacitación para el trabajo.

Para esos electores, es agradable escuchar el discurso político durante las campañas, pues ofrecen atención y apoyo a las familias que padecen enfermedades, hambre, desnutrición e incertidumbre por falta de ingresos económicos.

La pobreza favorece a los candidatos, porque con entregar dádivas o migajas a los electores, se abre la puerta del poder; no necesitan convencer que serán buenos gobernantes; ellos, aseguraron el voto con una inversión menor de lo que esperan recibir por pago de sueldos, negocios ilícitos, recomendaciones y otras cosas más.

Quienes diferencian entre el discurso demagógico y el de compromiso institucional, preferirían escuchar que los candidatos asumieran las prioridades de su gobierno: la seguridad pública y la salud, modernización de carreteras, la calidad educativa, la inversión para los campesinos y la promoción turística, antes que prometer la erradicación del hambre y la desnutrición.

Todo lo anterior fue premisa de campaña; en realidad, de nada sirve un presupuesto nacional millonario si la mayor parte de ese dinero se desvía para acumular la fortuna de los nuevos gobernantes, alcaldes, diputados y otros servidores públicos. Pero… haberles dicho a los pobres que el nuevo gobierno terminaría con el hambre, el analfabetismo, la marginación y la pobreza entre otros males, fue un engaño y una cabronada imperdonable; porque a lo largo de la Historia de Guatemala, ninguno de los gobernantes cumplió con sus promesas y sus programas de asistencia social, pues no redujeron el hambre ni el número de pobres en el país y seguimos con carencias de urgente solución como la delincuencia común, la violencia organizada y desorganizada, y la descarada y viles hueveos gubernamentales.

La pobreza tiene sus orígenes en el saqueo inmisericorde del erario nacional que los políticos ejecutaron de los presupuestos y bienes nacionales incluidos los recursos naturales durante muchísimos años. Las mediciones de pobreza no reflejan que haya menos pobres, desnutrición, hambre o que se hayan elevado los índices en materia de educación, seguridad, inversión social, agropecuaria, legislación adecuada y transparencia gubernamental, es decir, honradez de los políticos que gobiernan el país. ¿Entonces…?
Como candidatos y luego como funcionarios del Gobierno, quienes conocieron la realidad y ofrecieron crear, desarrollar, inventar y/o promocionar el desarrollo del país, basados en sus trayectorias profesionales, académicas, religiosas y espirituales; fueron los que encabezaron el megasaqueo al Estado de Guatemala. Por eso, para la próxima elección, hay que pensar el voto.

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