Hoy publicamos una entrevista en la que queda demostrado que Mario Taracena no es más que el guardián que “la vieja política” colocó en el Congreso para hacer sus tradicionales minishows para dorar la píldora a los guatemaltecos condenados a vivir en condiciones de pobreza, corrupción y violencia mientras la impunidad protege a los verdaderos dueños del pastel.

Taracena está igual que Otto Pérez Molina, desperdiciando una oportunidad que pudo haber sido de oro para el país. Ambos, producto y conocedores del poder, hubieran podido de verdad hacerle frente al desafío de recuperar el secuestro institucional del Estado.

Sin embargo, él dice que “Yo sí estoy contento con el sistema político, lo respeto, lo defiendo y es excelente…” y trata de utilizar imágenes coyunturales para disfrazar la tragedia del país. Dice que ha habido grandes logros y refiere la detención y el proceso a Otto Pérez y Roxana Baldetti, pero no dice que están en la cárcel acusados de los mismos delitos que se hicieron cuando su partido, la UNE, gobernó. También dice que la ciudadanía ya despertó porque conviene vender la idea de que la sociedad está haciendo ahora lo posible por auditar, cuando la verdad es que una sociedad despierta e indignada sacaría a sombrerazos a Taracena y a todos sus colegas porque le están tapando el ojo al macho con tal de mantener el sistema corrupto en que vivimos.

Taracena quiere ser reconocido como héroe nacional porque le quitó unas plazas a algunos de los comerciantes legislativos que hemos tenido, igual que él, enquistados en el Congreso. Pero al fin y al cabo que esa es la obligación de cualquiera y lo que ha dejado de hacer o no hará es la cirugía mayor para transformar lo que él considera como un sistema “excelente”.

La gran suerte del Congreso es que hay diputados como Giordano con quien la gente puede descargar toda la cólera que tiene. Pero esa ciudadanía a la que Taracena le quiere vender que ha hecho ya su mejor esfuerzo, es la que deja que la CSJ siga integrada con gente oscura, que el Congreso maquille a la vieja política para que no se vea tan fea y la que cree que la corrupción terminó con las renuncias de Pérez y Baldetti.

Mario Taracena conoce el Congreso y la política desde abajo y ha sido un testigo de cómo el monstruo nació y ha ido creciendo hasta convertirse en la peor condena que tenemos los guatemaltecos. Decir que el sistema hay que respetarlo y defenderlo, nos demuestra que más que la solución, él es una parte fundamental de la crisis en que vivimos.

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