Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

A través de los medios de comunicación nos hemos venido enterando que don Jimmy Morales ha cumplido con su promesa de regalar parte de sus emolumentos a personas o entidades que le han solicitado su ayuda. En varias oportunidades lo hemos visto firmar sus cheques por diversos montos, lo que indudablemente le podrá estar dando mucha satisfacción personal y es por ello que como ciudadano le expreso mis agradecimientos pero, estando seguro que tantas carencias y necesidades de la población no se van a satisfacer ni siquiera con que el resto de su Gabinete, como de los funcionarios de todas las dependencias públicas se pusieran a seguir su buen ejemplo, es que decidí escribir estas líneas.

Lo que voy a decir no tiene nada de nuevo. Podrá encontrarse en cientos o miles de textos, columnas de opinión o simples comentarios en nuestro país y en todo el orbe terrestre. Para lograr el progreso y desarrollo de los pueblos se requiere, aparte del cumplimiento de las normas legales, el respeto a los valores y principios éticos, morales y religiosos, como la ejecución de políticas públicas que promuevan el cumplimiento de tan caros objetivos. Por ejemplo, no basta con hacer un llamado a las empresas de transporte para que “contraten a su personal responsablemente” como tampoco va a lograr reducir la cauda de sangre, dolor, lágrimas y demás daños y perjuicios que causan los accidentes de tránsito.

El señor Presidente tiene gran responsabilidad sobre sus hombros. Por favor, no olvide que acaba de hacer un solemne juramento de cumplir y hacer cumplir las leyes del país y ello no lo va a lograr solo con llamados a la conciencia de los involucrados, porque los accidentes no son casuales. Este es un grave error que vienen diciendo y cometiendo nuestras autoridades desde hace ya bastante tiempo, incluso los que se dicen tener alguna idea sobre la materia. Los accidentes son causados y la gran mayoría, si no la totalidad, son derivados de actos o condiciones peligrosas que deben eliminarse a través de medidas preventivas. Pero para ello, con la ley en la mano, con decisión y energía usted señor Presidente y nadie más, debe velar porque se cumplan, de lo contrario, vamos a seguir sufriendo hechos como los que nos tocó ver la semana pasada, en que apenas en seis días, treinta y cinco personas fallecieron y ciento tres resultaron lesionadas. Lamentablemente, también es cierto que en derredor de los accidentes de tránsito existe toda una gama de circunstancias que van desde la corrupción más abyecta hasta el consentimiento expreso para que se cometan verdaderas atrocidades. Definitivamente esto no puede seguir así.

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