Por años hemos visto cómo presidentes prácticamente de toda la región, han sido vinculados a casos de corrupción, malversación de fondos o simplemente de sobornos por medio de los cheques de Taiwán que hicieron que la justicia por fin alcanzara a algunos de los políticos criollos que los recibieron.

También tenemos que decir que en este caso hay tres factores que son de mucha importancia: el primero, es que no han sido procesados todos los mandatarios que recibieron esos fondos; segundo, que se utilizaron otros “programas” para otorgar fondos sin transparencia y con mucha discrecionalidad a nuestros funcionarios; y, finalmente, que casi todos los medios de comunicación por medio de reporteros, editores, dueños y columnistas, junto a importantes miembros del sector empresarial, sociedad civil y de la academia han sido finalmente atendidos con lujosos viajes que les ha costado su silencio en denunciar la permanente práctica de los sobornos chinos. En La Hora podemos decir con la solvencia que nos caracteriza que no hemos recibido y no recibiremos esos sobornos e, igual que en cualquier tema, eso nos garantiza poder decir lo que es.

Taiwán se dejó vencer por la tentación de usar los recursos para comprar la voluntad de quienes le garantizan ante las Naciones Unidas su estatus como Estado reconocido, y nos ha significado un multimillonario costo a cambio de mantener dicha postura a nivel internacional.

Porque aunque los taiwaneses quieren lucir sus donaciones y sus préstamos como carta de amistad, no mencionan los dos temas de gran importancia con la que nos castigan y que se reflejan en la corrupción que estamos comentando y en la imposibilidad de Guatemala de establecer relaciones con China Continental.

Y es que no hay que ser genio para entender que es con la verdadera China con quien en materia comercial más nos conviene establecer el intercambio. A nivel tanto de manufacturas como de materias primas, lo que significa poder ofrecer nuestros productos o adquirir los de ellos, no tiene comparación con las migajas que los taiwaneses con sus sobornados aliados nos quieren vender como cena.

Aunque parezca increíble, la actuación de los taiwaneses ha ayudado a que nuestros políticos sean más corruptos. Si el Presidente Ma Ying-jeou viene a hacer un sincero acto de reconocimiento del costo que las prácticas del soborno han tenido para nuestro país, pues sería bueno sentarse a escucharlo.

Mientras solo venga con la máscara de amigo sin inmutarse de representar un gobierno que ha sido partícipe y cómplice de la corrupción en Guatemala, es difícil manifestarle el más mínimo respeto desde esta tribuna independiente.

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