Alfonso Mata

Con anterioridad expresé que el mundo político tiene prisionero al social. Va para dos meses que el legislativo, una nave lenta, confusa difícil de maniobrar, tentada y sobajeada, da traspiés; mientras el pueblo, siempre adormecido, espera sigiloso temeroso y poco dispuesto a accionar.

Así el congreso, en dos meses, se ha disparado tres leyes en su contenido y espíritu, llenas de inequidades y favoritismos y ya está a punto de chocar con la población y quedarse varado y eso que inició con fanfarrias queriendo demostrar “transparencia” pero lo que demuestra una vez más, es su capacidad de mancillar los derechos y el desarrollo, al actuar a favor solo de sus “patrocinadores”. Es un congreso, no del pueblo sino de “patrocinadores”.
Pero todo mal deja lección que permite actuar de inmediato y el pueblo debe hacerlo. No sé quién lo dijo, pero lo dijo “la vida del derecho no se agota en las leyes”. Las leyes son como los niños, deciden andar, más allá de los deseos de sus padres putativos. En ese sentido, entendamos que una ley no es para siempre, incluso cuando sobrevive sin cambios durante décadas. Así que cambiemos los vestuarios de ésta con las armas que la democracia nos da y tomémoslo con sabiduría: el legislativo ha hecho su parte, ahora nos toca a nosotros. Lo hizo considerando intereses de sus patrocinadores, usando de lo que es la política, el arte de lo posible. Ahora nos toca a nosotros hacer lo mismo.

Y ¿cómo actuamos buscando la reversibilidad y puntos de vista legítimos? usemos la avanzada de la sociedad civil, su protesta, los jueces, las cortes, las hay nacionales e internacionales, pero ante ellos, consolidemos los decisivos vientos de lo que externa la opinión pública. La lucha por los derechos civiles en todas esas nefastas leyes aprobadas, debe ser el objeto de la misma, identificando las violaciones que atentan contra la constitución y el don de gentes. Seamos claros: los derechos se quedan en papel cuando nadie los reclama, los derechos viven, cuando el pueblo se aficiona a cultivarlos, tenemos todo el derecho de impugnar leyes. Es mandato en nuestra constitución, esa es precisamente la vocación de nuestra Constitución: fomentar las diferentes concepciones de los derechos.

Pero si temerosos, miedosos e ignorantes, dejamos que se amolde y se vuelva rígida la constitución y la ley, ese es problema nuestro, eso significa que queremos la esclavitud antes que la libertad, un molde de regulación de estilo de vivir, dictado por el más perverso, que solo ve sus intereses, dejándonos bien sembrados y para lograrlo, nos ha soltado un discurso lleno de mentiras y falsedades. La situación nos llama a argumentar y deliberar un poco. A actuar, protestar y reclamar un tanto más. Nosotros somos los únicos que decidimos, no le echemos la culpa al Estado.

No es sorprendente ni difícil denunciar de esas leyes, la cercenada de libertad que llevan; las contradicciones con la constitución; las explotaciones a que conducen; las violaciones a tratados que tienen y ahora solo esperan el momento, que las abramos como un acordeón, para que se disuelvan y modifiquen. Nos toca a nosotros romper el silencio a nivel nacional e internacional.

Pero todo ese trabajo, toda esa responsabilidad de cambio, para realizarlo, hay que recordar que la construcción de los derechos es siempre gradual, no saltará en un amén y hay que luchar perseverantemente en todos los frentes. Nos llevó siglos para deshacernos de la autoridad europea, y actualmente los tiempos se han reducido y las condiciones son más favorables, además tenemos a nuestro favor, el apoyo de gobiernos y leyes internacionales. Ahora le toca a las organizaciones civiles formar un solo frente y no olvidemos que: si dejamos solas nuestras instituciones, nos van a dejar solos y a dar en la madre. Dejémonos de conformarnos con decir: “el Congreso es una porquería incompetente y corrupto” vayamos más allá de ese decir.

«No permitir que cada uno haga una contribución” es un error. Así que azotemos el entusiasmo de aquellos que quieren dar una mano. Hoy en día, más y más gente no quiere nada que ver con la política ¡Insensatos si nos escudamos en nuestro silencio! es un error que vamos a pagar caro.

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