Lucrecia de Palomo
¿Cómo? ¿Qué cómo como? Como como como. Suelo jugar con esta estructura gramatical con mis estudiantes cuando están aprendiendo sobre la tilde y el cambio en la semántica al colocarla o no. A continuación se arma una discusión en la cual surgen argumentos como los siguientes: “Cómo” sin signos de interrogación se presenta cuando existe una pregunta indirecta, pero si no la tiene puede ser un adverbio relativo al modo, o simplemente el presente en primera persona del verbo comer. Pero alguien dirá, “lo que sucede es que la última reforma a la tilde del como la hace opcional” u otro me indicaría que es la sintaxis quien permite conocer si se tilda o no. Pero también manifiestan que el significado se obtiene por la forma en que se lee y el conocer el contexto en que se presenta. Un poco de todo lo que es la sintaxis y la semántica.
Traigo a colación la anterior situación, pues está probado que Comunicación y Lenguaje es una de las asignaturas que más reprueban los estudiantes del último año escolar. Este resultado no es tanto por la memorización de las reglas gramaticales o de ortografía, del conocer sobre sinónimos o antónimos; sino por la falta de una lectura constante y fluida. El peligro de no saber leer va más allá de “perder” exámenes. Leer permite parafrasear y contextualizar; permite hacer de las organizaciones de trabajo laboratorios vivos, que puedan ir más allá de la letra muerta; donde se pueda hacer análisis, evaluar y llegar a la síntesis ante diversidad de situaciones. Mas sin embargo, está demostrado que varios de los profesionales que ostentan puestos de alto rango, egresados de buenas universidades, suelen tener problemas al interpretar textos.
Hace pocos días tuve una experiencia en la que se mostró una situación como la que antes comento. Al salir de la reunión me quedé pensando lo importante que es que nuestras autoridades, sobre todo aquellas que deciden sobre los destinos de los ciudadanos, tengan esa capacidad de interpretación. Lo digo porque dos profesionales, directores de instituciones básicas para el desarrollo del país, discutían con otro grupo de profesionales sobre algunas leyes que se habían emitido en sus instituciones y que han perjudicado al grupo interlocutor. En un momento dado, los funcionarios, para dar validez a sus argumentos se fundamentaron en una oración de un artículo de la Constitución, la del final de un párrafo. Fue en ese momento y al escuchar cómo la interpretaban que se hizo un alto y un silencio profundo. Su interpretación hacía variar totalmente el espíritu del párrafo y por ende la norma y la Constitución.
Lo preocupante no fue solo escucharles sino la consecuencia que se da en el país por la forma en que ellos interpretan la Constitución. De su acción se desligó un reglamento que afecta a cientos de miles de personas y que cambió totalmente las reglas del juego. Lamentablemente para este país, que donde manda capitán no manda marino, se sostiene y ejecuta una medida totalmente arbitraria y cuando se acude a la CC poco o nada se logra por las corrientes que allí circulan. Por tanto, no son los exámenes estandarizados los que muestran que se sabe de comunicación y lenguaje, sino la interpretación de lo que se lee. Terrible problema para un país donde sus funcionarios no se leen.