International Crisis Group es una entidad no gubernamental que proyecta su trabajo a nivel mundial tratando de prevenir conflictos que puedan derivar en confrontaciones sangrientas y ayer publicó un trabajo muy interesante sobre Guatemala y la presencia aquí de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), y el impacto de los sucesos del año pasado cuando ese brazo de cooperación internacional destapó varios casos de corrupción al más alto nivel, provocando una sacudida al sistema político del país.

Sin embargo, la conclusión del trabajo de Crisis Group es que podemos perder la oportunidad de reformar positivamente el Estado porque actualmente lo que hay es enojo por la forma en que hemos sido robados por los altos funcionarios, pero no nos hemos podido fijar una ruta de cambio y destaca la ausencia de un papel decidido de líderes nacionales promoviendo las transformaciones que de verdad hacen falta.

En otras palabras, es una forma de cuestionar el valor de lo que algunos han calificado como la primavera de la sociedad guatemalteca el año pasado, puesto que fuera de haber ayudado a la CICIG a enviar a la cárcel a altos funcionarios del Ejecutivo, del Legislativo y de entidades autónomas como el IGSS, no se ha aprovechado el momento y el esfuerzo para plantear sensatamente las modificaciones estructurales que hacen falta para terminar con el sistema que alienta tanto la corrupción como la impunidad.

El colmo es que la iniciativa la está tomando el Congreso, con todo y el desprestigio que acarrea, puesto que luego del destape del tema salarial astutamente hecho por Mario Taracena, ahora resulta que las huestes que conformaron el partido Lider, que tanta raja le supo sacar al control de posiciones clave como la Comisión de Finanzas donde se sigue manejando el listado geográfico de obras que es fuente de corrupción constante, son los que se quieren convertir en abanderados del cambio convocando a una Asamblea Nacional Constituyente.

Y los diputados se sienten a sus anchas porque no hay en la sociedad el tipo de respuesta que se convierta en motor independiente para plantear cambios realmente de fondo y positivos para el país. Ya se habla de la reforma a la Ley Electoral como un adelanto cuando en realidad no lo es porque consolida el poder de los caciques y la forma de elección espuria que impide tener verdaderos representantes.

Lo hecho por la CICIG, que no estará para siempre en el país, depende de que los guatemaltecos reaccionemos y asumamos nuestro papel como los verdaderos actores del cambio, repudiando la manipulación perversa que el Congreso quiere hacer de esa necesidad.

Artículo anteriorLos obispos ante la odiosa corrupción
Artículo siguienteApple retira adaptadores por temor a electrocuciones