Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Todos queremos que el país cambie y para ello esperamos que cambie la forma de hacer política, pero en realidad lo que hace falta es que cambie también la forma de vivir como ciudadanos. No es cierto que la corrupción se haya adueñado sólo de la función pública, porque en la práctica se ha adueñado de la sociedad y todos nos hemos ido acostumbrando a sacarle raja a esa forma de actuar de espaldas a las leyes o, por lo menos, a las elementales normas de la pacífica y civilizada convivencia. Lo vemos en el tráfico diario, pero también lo notamos en comportamientos que demuestran la falta generalizada de ética.

No hay actividad profesional o laboral que se libre de esos vicios. Desde luego tenemos que empezar por el entorno más cercano y en los medios de comunicación existen ejemplos de cómo se vende la pluma pues la fafa sigue siendo una práctica generalizada. De los abogados se hacen chistes y se comenta que cuesta encontrar uno recto y lo mismo ocurre con quienes ejercen otro tipo de profesiones liberales.

En estos días me topé con un profesional de las ciencias médicas que me comentó asqueado que hubo de dejar un negocio porque no podía ser parte de una práctica que le parece no sólo corrupta sino inhumana por lo que significa para el paciente. Me hablaba de cómo se ha generalizado la manera de actuar cobrando o recibiendo jugosas comisiones, superiores al 25 por ciento, provenientes de los laboratorios o centros radiológicos o de diagnóstico que realizan costosos procedimientos a los pacientes. Quien paga una factura de varios miles de quetzales por exámenes realizados por órdenes de su médico, no se imagina que el galeno al fin de mes recibirá por lo menos la cuarta parte del valor de esos servicios como una comisión.

No se le está robando al laboratorio sino se le está robando al paciente que ingenuamente cree que ese es en realidad el valor de los procedimientos. Se le está robando a las aseguradoras que luego mantienen altas sus primas, afectando tanto a los que recurren a los laboratorios o centros radiológicos como a los que no tienen necesidad de hacerse exámenes.

En muchos casos el cheque que reciben los médicos a fin de mes es igual al 30 por ciento del valor de los exámenes que ordenó y por ello son muchos los galenos que disparan órdenes de laboratorio o de exámenes sofisticados, sabiendo que el valor de la consulta es, en todo caso, risible en comparación con lo que le llegará a fin de mes mediante esa práctica generalizada.

Se habla de alguien que institucionalizó lo de las comisiones y hay quienes dicen que una persona fue la que corrompió el sistema, pero la verdad es que el modelo fue imitado a diestra y siniestra y tan raro es un laboratorio que no paga comisión como encontrar a un galeno que no las recibe.

La pérdida de valores en la sociedad es muy amplia y tenemos que hacer un esfuerzo por rescatarlos y darle a la ética el lugar que le corresponde. Si no cambiamos nosotros, no esperemos que el país cambie.

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