Fernando Mollinedo C.

Para la población cristiana se inició el Adviento, tiempo de preparación a la Natividad y recibir la vida plena y eternamente feliz para la que Dios nos ha creado, redimido y santificado, y que consiste en vivir amándolo a Él, a nosotros mismos y a los demás, con un amor creativo, concreto y activo que se refleje, por ejemplo, en nuestros actos de solidaridad con quienes necesiten alguna clase de ayuda.

En el transcurso de la vida, todos cometemos errores, porque somos humanos y no somos perfectos, es aceptable fallar o equivocarse de vez en vez, reconocer los errores y dispuestos a no repetirlos más, excepto cuando se es necio y obstinado, fanático e incapaz de aceptar que se está actuando mal.

Por la pésima educación e instrucción recibida durante casi treinta años de indolencia y abandono, se perdió el civismo, la moral, el respeto y la dignidad, estando hoy inmersos en una sociedad agresiva y violenta en la que nadie reconoce sus errores, creyendo que siempre se tiene la razón, incapaces de aceptar estar equivocados, sea en un accidente automovilístico, una diferencia de opinión o se trate dirimir un desacuerdo.

Entre tanta confusión, sobre los alcances de la política, no se equivocó quien dijo que es una guerra sin sangre; indudablemente, Guatemala es un Estado donde se politiza la ley y se judicializan el periodismo y la política, lo estamos viviendo y es una excelente ocasión para que salgan a luz las filias y las fobias.

En esta ocasión, tomé un fragmento del artículo publicado ayer en un matutino por el licenciado José Luis Chea, el cual me pareció ad hoc para ejemplarizar la situación que vivimos los guatemaltecos: “En una delirante entrevista, real o ficticia que en 2007 se le realizara a Marcos Camacho, alias Marcola jefe de una de las principales pandillas en Brasil, el entrevistado afirma: No hay solución, hermano. La propia idea de solución ya es un error. ¿Solución, cómo? Solo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una tiranía esclarecida que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice, además de una forma radical en proceso penal del país. O sea imposible, no hay solución”

Tenemos que asumir la vergüenza de contar en el Congreso con diputados ladrones, timadores, mentirosos, estafadores, ignorantes y parias quienes no legislaron para los intereses de la población. En el organismo ejecutivo, las principales autoridades señaladas y arrestadas por corrupción, al igual que en el organismo judicial, jueces y magistrados señalados y arrestados; en el deporte también, señalados y arrestados; solo falta que la maldita corrupción desemboque en el sector religioso a nivel nacional.

¿Estamos atrapados y sin salida en este país, habrá fuerza moral, filosófica y ética que reencauce hacia el bien el pensamiento de las personas que pretenden y dirigirán el país?

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