A pesar de los golpes propinados a la impunidad con la consignación de varias estructuras dedicadas al crimen organizado y el saqueo de los fondos del Estado, hay que reconocer que los hilos de la impunidad siguen bien entrelazados y con un tejido fuerte, porque no por gusto durante años se fue estructurando toda una red que sirviera para el objetivo final que es el de impedir que la ley se aplique a quienes cometen delitos de cierto tipo.

Hoy vemos cómo es que se incrementan las facilidades para proteger a los que fueron altos funcionarios y se les mejoran las condiciones carcelarias para facilitar que puedan extender su lucha por prolongar los procesos hasta que se puedan dar las condiciones propicias para salir bien librados. Algo así como lo que habían hecho los sindicados por el caso Bancafé, quienes se aguantaron en prisión interponiendo recursos para dilatar el proceso hasta que llegó el momento de encontrar un juez que les diera el beneficio de una medida sustitutiva con ridícula fianza.

Tenemos que saber que los juicios por corrupción van a durar mucho tiempo, porque los sindicados harán todo lo posible por encontrar en los vericuetos del sistema a quienes fueron puestos por ellos justamente para que los protegieran a la hora buena y ya estamos viendo cómo el Ministerio de Gobernación, por medio de presidios, hace su parte para acelerar la construcción de celdas VIP para que en ellas puedan encontrar acomodo (nunca tan bien dicho el término) lo que hicieron micos y pericos con los recursos del Estado.

Hay que insistir en que por muchas ilusiones que nos hayamos hecho, la verdad es que en el fondo nada ha cambiado porque las reglas de juego siguen siendo las mismas, los actores siguen siendo los mismos y salvo el caso de la CICIG y el MP, todavía subsisten las estructuras de la impunidad.

Por ello es que tenemos que ser no sólo vigilantes sino exigentes para estar atentos a las medidas que puedan dictarse en beneficio de quienes enfrentan los proceso por la corrupción. Porque repetimos que los sindicados tienen todo el tiempo del mundo y saben que en la medida en que se prolonguen los procesos no sólo el interés de la población se va diluyendo sino que, además, los juzgadores y funcionarios administrativos se sienten menos presionados para hacer las fechorías para las que fueron colocados en esos puestos. La exigencia ciudadana es el único elemento que puede forzar a los pícaros a tener cuidado con los que resuelven en cada uno de los casos.

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