Roberto Arias

Ser presidente de una república tan conflictiva como Guatemala definitivamente no ha de ser fácil y el costo del gaste emocional, mental, espiritual y físico tampoco es broma, menos aún en el estado catastrófico en el que se encuentra el desorden gubernamental, social, político y económico en esta tamborileada patria nuestra, en donde todas las mafias o sistemas mafiosos se han aglutinado y conviven como víboras en su nido con la mayor complacencia, sin morderse o envenenarse entre ellas mismas. Únicamente reprimen bestialmente y asesinan a los ciudadanos.

En el mismo momento de haber resultado Jimmy electo como Presidente de la República, se cerró la primera rosca que aprisiona como boa constrictor: La del ejército. Es seguramente una rosca que aprisiona, que aprieta… que ahoga. Es una rosca que no permite que ni sus familiares, que no sean los más cercanos, o amigos puedan acercarse para hablarle… asfixia. Sus actividades debe hacerlas bajo su supervisión con la falacia de que es peligrosísimo que se quede sin custodia. A donde vaya, allí estará la representación castrense lista para atenderle, aunque la realidad de fondo es otra…

La segunda rosca se cierra cuando las macrocúpulas económicas del país, los verdaderos dueños de Guatemala, la cierran con el doble o múltiple discurso atosigando, ofreciendo la Luna, las estrellas y hasta llevarlo a Marte a descubrir agua. Esta rosca se cierra con más sofisticación, porque quienes la conforman están dispuestos a pagar lo que sea para que, soto voce, se mantengan los privilegios de siempre y se logren abrir otros más amplios y generosos con la falacia del “desarrollo”. Porque, estimado Presidente electo, todo o casi todo es falacia y mentira en esos ámbitos de engaño, traiciones y puñales envenenados.

La tercera rosca que también asfixia, realmente es la que más aprieta: “La embajada”. Ésta oprime en base de chantajes… de extorsión muy sofisticada porque sus intereses son regionales y no simplemente nacionales. “La embajada” es quien acaba con la Tierra y el medio ambiente en Guatemala mediante el forzamiento de la minería, agroindustria destructiva para fabricar el combustible orgánico que utilizan los autos del primer mundo, aunque contaminen el agua, los bosques, la tierra y la economía de estos países que eternamente mueren de hambre.

Un buen gobierno, Jimmy, se hará tomando decisiones radicales para protección de la verdadera democracia, de la soberanía y sobreponiendo el bienestar de la población guatemalteca a los intereses mezquinos del capital salvaje, quien seguramente quiere seguir dominando a la nación desde el punto de vista de los recursos naturales, lo financiero, lo inmobiliario, etc. Los guatemaltecos necesitamos protección contra esa hidra de mil cabezas que tiene casi acabado a este bizarro pueblo que no termina de abrir los ojos.

La gran oportunidad para el cambio está allí, Jimmy. Espero logre esquivar a las mefistofélicas mafias para aprovecharla, con el apoyo y fiscalización de los ciudadanos decentes y de buena fe.

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