Grecia Aguilera

La ciudad de Dresde, en Alemania, fue fundada hacia el año de 1173. En el transcurso de su existencia ha resistido incendios, cañoneos y batallas campales. Pero nada puede compararse a los bombardeos que sufrió durante la Segunda Guerra Mundial. En la última fase de la guerra los aliados fortalecieron rápidamente su dominio en los diferentes puntos de combate para así avanzar y ocupar parte de Alemania; el plan culminó el 13 de febrero de 1945 con una serie de terribles ataques aéreos sobre Dresde. Esta admirable ciudad que había sido llamada «La Florencia del Elba» por su arquitectura barroca y por sus grandes museos, teatros y palacios, quedó totalmente destruida en 1945: los edificios fueron convertidos en ruinas. Dentro de esa montaña de escombros quemados, permaneció indemne, el muro exterior del coro hasta la altura de las molduras, y parte de una de las esquinas en la zona noroeste, de una iglesia luterana llamada «Frauenkirche Dresden» (Iglesia de Nuestra Señora de Dresde). En sus inicios este hermoso templo se comenzó a construir el 26 de agosto de 1726 bajo la supervisión del arquitecto alemán George Bähr, quien se hizo famoso por el diseño del santuario. En mayo de 1743 se culminó la construcción del edificio con la colocación de una cruz en la cúpula. Luego de la destrucción del templo en 1945, las autoridades de la entonces República Democrática Alemana mantuvieron esas ruinas como un monumento para recordar la calamidad de la guerra y almacenaron muchas piedras que encontraron en los escombros. En 1985 se comenzaron los planes para el restablecimiento de la «Frauenkirche», considerada de gran poder simbólico. El 12 de febrero de 1990 se hizo un llamado para su reconstrucción, el cual dio la vuelta al mundo, lo que hizo que en 1996 se comenzara la reparación con fondos donados por las diferentes personas y entidades que atendieron el llamado. En este proceso un punto muy importante es que mediante un programa informático, diseñado específicamente, se pudo seguir la pista de muchas de las piedras almacenadas, encontrando el lugar exacto o aproximado que ocuparon antes del bombardeo y que luego fueron reintegradas a la nueva edificación. De este modo se incorporaron a la fachada exterior más de tres mil piedras originales. Así las huellas de la destrucción han quedado allí a propósito, como una verdadera insignia. En la reconstrucción participaron personas de diferentes nacionalidades. Por ejemplo, el altar de piedra caliza fue realizado por la artista británica Anis Kapoor, de madre judía y padre hindú, y es el primer altar de una iglesia alemana que ha sido construido por una persona de ascendencia israelí; la nueva cruz de ocho metros de altura fue elaborada por el artesano londinense Alan Smith, hijo de un piloto aviador inglés que participó en el bombardeo sobre Dresde. El magnífico Órgano de Tubos instalado dentro de la iglesia, fue construido por Daniel Kern, organero de Estrasburgo. Posee 4,873 tubos, 67 registros y 4 teclados. La bendición de la iglesia se realizó el 30 de octubre de 2005. Ese día, de monumento contra la guerra pasó a ser «Símbolo de Reconciliación». En mi libro “Esfera sin Tiempo” figura mi poema inspirado en la colosal «Frauenkirche Dresden» que manifiesta: «Torbellino de crueldad/ en trágica desesperanza/ calcinó sagrada arquitectura/ desde el cielo/ hacia el infierno/ caldera de horror/ y de espanto/ pulverizada/ en el maligno soplo/ de la Segunda Guerra Mundial./ Aún en el tiempo/ florecen magnolias/ en manos de humanos/ de fuerte razón/ brota y emerge/ impoluto/ el templo de la reconciliación./ Acrisolado y pulcro/ de ardidos escombros/ reforzado/ surgió de las cenizas/ de piedra quemada/ Ave Fénix inmaculada/ símbolo de reconciliación.»

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