Carlos Figueroa Ibarra

Resulta tenebroso que un hombre como Byron Oliva, el asesino convicto de Monseñor Gerardi exprese su apoyo al candidato Jimmy Morales. Inquieta que ese hombre haya sido acusado de que gracias a sus complicidades con diversos gobiernos y en particular el de Pérez Molina, construyó una vasta organización criminal y sea considerado un poder dentro del sistema penitenciario de Guatemala. Atemoriza que entre este personaje y los exmilitares contrainsurgentes y la extrema derecha de Guatemala, exista una afinidad profunda. ¿Que podría suceder si su candidato presidencial gana las elecciones en octubre próximo?

Pero resulta hilarante que Morales diga que si gana la presidencia luchará por la recuperación total o parcial de Belice para Guatemala. Me resultó tan inverosímil tal declaración que tuve que constatar si era cierta. Para mi asombro así fue: en una entrevista televisiva aparece cocinando junto a la conductora del programa y mientras corta un tomate ha dicho semejante disparate. Ignora Morales el complejo proceso de negociaciones diplomáticas que para Guatemala ha sido el tema de Belice y cómo ese proceso ha llegado a tal punto que plantear dicha recuperación total o parcial es simplemente ignorar a la historia. Morales plantea una regresión a los tiempos en que las dictaduras militares enarbolaban la recuperación de Belice manipulando sentimientos patrioteros tal como lo hizo en su tiempo el presidente Ydígoras (1958-1963) o Kjell Laugerud (1974-1978). Como cómico, Morales ha provocado lo peor que le puede suceder a un comediante: provocar risa cuando está hablando en serio.

Al parecer a los cómicos no se les da la política. En México Carmen Salinas ha sido repudiada por ocupar una curul en la banca del PRI: la plataforma Change.org lleva ya aproximadamente 190 mil firmas pidiéndole que renuncie a ser diputada. En Guatemala una sociedad civil informada debería expresar un rechazo similar. He aquí el núcleo de verdad que tienen las controversiales declaraciones del escritor Mario Roberto Morales cuando en reciente entrevista ha destacado las limitaciones de los cinco meses de movilizaciones ciudadanas. Lo dicho por Mario Roberto se confirmará si en octubre Jimmy Morales es electo presidente de la República. Las históricas jornadas de abril-septiembre de 2015, evidenciaron que el grueso de los manifestantes lo que repudiaban en Pérez Molina y su gobierno era la corrupción. No la implicación del hoy encarcelado expresidente en los actos de genocidio durante los años 80. Hace cuatro años se votó masivamente por él cuando su historial genocida y delictivo era conocido. A la mayoría de los votantes les preocupaba el auge delincuencial y acaso le apostaron al historial represivo del antiguo militar contrainsurgente, como una garantía para acabar con la delincuencia. Y para acabar con ella eligieron a un delincuente…

El domingo 6 de septiembre visité el centro de votación ubicado en la Escuela Normal para Varones. Un atlético muchacho, estudiante de derecho de la Universidad Rafael Landívar, me dijo: “A nuestra generación no le importa ya si hubo genocidio o no en Guatemala”. Ignoremos la historia como Jimmy Morales y la repetiremos.

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