Francisco Cáceres Barrios
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Lo que haya dicho Otto Pérez Molina el pasado lunes 31 de agosto en la conferencia de prensa ofrecida esa mañana, tiene mucha importancia cuando la CICIG y el MP a la hora de presentar cargos contra él, pueda sustentarlo sólidamente durante el juicio al que seguramente será sometido, pues vaya si el Presidente no se dedicó a atacar duramente a quienes tuvieron a su cargo la investigación que sirviera de base para que al día siguiente perdiera su derecho de antejuicio. En otras palabras, se acabaron los dimes y diretes. Llegó el momento de presentar las evidencias que demuestren que Pérez Molina es efectivamente culpable de haber cometido los delitos de asociación ilícita, cohecho pasivo y caso especial de defraudación aduanera.

El mandatario fue tan hiriente en su exposición, que hasta recordó que la licenciada Thelma Aldana había sido vetada por la CICIG cuando fuera propuesta para integrar la Corte Suprema de Justicia, a lo cual ella respondió señalando precisamente lo mismo que ahora estamos comentando, que no es lo mismo hablar ante los medios de comunicación social, a estar sujeto a un proceso penal para poderse defender con pruebas que demuestren su real y verdadera inocencia. Ojalá que el juicio al que será sometido Pérez Molina, siente un serio y formal precedente para que, de ahora en adelante, los juicios no se ventilen en los medios de comunicación social sino en los tribunales.

En el caso que nos ocupa, llegó el momento de demostrar que no se implantaron pruebas; que los documentos que se presentaron en el trámite del antejuicio solo fueron muestras de tantos más que podrán encontrarse ahora que perdió la inmunidad; también los guatemaltecos podremos saber cuál es realmente el patrimonio de Pérez Molina, como que nada extraño sería comprobar que es muchísimo más grande que el voluminoso de su Vicepresidenta; por fin podremos saber quién miente en la relación del Presidente con Estuardo González, apodado Eco, si era distante o tan estrecha que ameritaba hasta elaborar estados de cuentas; también, si la conversación telefónica con la SAT fue de un presidente interesado en incrementar los fondos del Estado o todo lo contrario; si cualquiera puede guardar boletos aéreos a nombre del primer mandatario y si la insistente e interminable petición de su renuncia, solo provino de guatemaltecos con malos antecedentes y no de los honrados y trabajadores que estamos hartos y cansados de comprobar tantas falsedades y mentiras. Ahora, quien tuvo la oportunidad de dar buenos resultados al terminar su mandato, se quedó sin voz y sin opciones, solo puede tomar el camino de la llanura para demostrar su inocencia.

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