Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Decía en mi artículo del martes que el Presidente no iba a denunciar nunca que el mejor de los negocios de los poderes formales y ocultos en Guatemala ha sido mantener en ignorancia, sin oportunidades, sin educación, sin salud y con hambre a la gente del área rural, a los que, como los políticos para ganar la elección, él llama a que defiendan “la democracia” a pesar de que a la gente más pobre esta pistocracia solo les garantiza más pobreza dejándoles como única alternativa la migración o formar parte de la delincuencia.

Y así como el Presidente no nos lo dice, debemos ser sinceros y reconocer que ninguno de los políticos denuncia el modelo y peor aún, piensa hacer algo para cambiar las cosas y abrir el espectro de oportunidades porque sus financistas estiman que mientras el pastel se reparta en menos gente y el voto dependa del clientelismo que puedan dar los políticos, el sistema permite seguir siendo ordeñado por los de siempre.

Pero es una tremenda ironía que el Presidente pida a la “Guatemala profunda” rural que defiendan la institucionalidad cuando ha sido a esa población marginada a la que le ratificaron la condena para seguir siendo parte del círculo generacional de la pobreza de este país con una corrupción que llora sangre y que mata más que en los tiempo de guerra.

Es un tremendo cinismo, al estilo Baldetti, llamar a la gente a la que él, con los actos que hizo y que dejó hacer, le aumentó el hambre, le mermó aún más la salud y les siguió garantizando educación mediocre (para quienes tenían ese lujo), condenándolos a seguir siendo pobres y sin oportunidades.

Y lo mismo ocurre con los políticos, porque ellos llaman al voto de la “Guatemala profunda” rural para que, como dijo “Canela”, les den el “privilegio” de manejar Q70 mil millones anuales, que servirán para alimentar el sistema de corrupción sobre el que descansa nuestra pantomima de democracia.

Esa “Guatemala profunda” rural es la más golpeada hoy y será la más golpeada mañana cuando el país sea incapaz de pagar sus deudas, sentirá que la soga apretará para matar de forma inmediata porque será recortado todo lo que tenga que ver con nuestro ya maltrecho aparato de seguridad, aparato de salud, de educación, de seguro social, etc.

Cuando haya que hacer recortes, la “Guatemala profunda” rural será la sacrificada para que los políticos puedan pagar a sus financistas, a sus amos y a sus brazos de choque (los sindicatos) que funcionarán sí y solo sí, les cumplen con unos pactos colectivos corruptos e inmorales, que fueron avalados por Jorge Villavicencio y Cynthia del Águila en este gobierno.

Hay que tener muy poca conciencia o de una vez no tener, para pedirle defensa a la población que los políticos marginan; qué descaro pedir la defensa de negocios corruptos a una población que no tiene qué comer a causa de esos trinquetes; qué poca decencia pedirle defensa a la gente por la que no se lucha estando en el poder y que solo se utiliza en las campañas y en tiempos de crisis y qué ingratitud pedirle el voto a una población para luego asaltarla con premeditación.

Pérez está jugando con fuego y a ver si no termina sus días, además de sindicado de corrupción, como Ríos Montt acusado de crímenes de lesa humanidad por usar a sus huestes con el peligro de crear un baño de sangre para que lo defiendan a él y a este sistema que solo beneficia a los políticos y sus aliados financistas.

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