Definitivamente la gente en el gobierno no entiende lo que está pasando ni el sentimiento de la población. La Ministra de Gobernación muestra una enorme ceguera al proceder a implementar por la vía de acuerdos gubernativos, y por órdenes directas, un trato con privilegios a la sindicada Roxana Baldetti Elías, acusada de haberle robado al pueblo de Guatemala no sólo millones de quetzales sino las oportunidades para que el Estado pudiera proyectarse en el combate a la pobreza, a la enfermedad, la falta de educación y la inseguridad.

El divorcio entre las autoridades y el pueblo no está sólo en la actitud desafiante y francamente torpe del Presidente en su mensaje de confrontación y violencia. Está en esa estupidez de no entender que la ciudadanía espera que Baldetti sea procesada conforme a la Ley, ni más ni menos, sin que se le violente el derecho a la presunción de inocencia, pero sin que exista un trato preferente. Al fin y al cabo si ese trato es por haber sido Vicepresidenta, ella traicionó el mandato que le otorgó ese cargo cuando se dedicó a organizar mafias (la de Aduanas es apenas una de tantas) para saquear al país.

Otto Pérez era parte del gobierno de Berger cuando al Vicepresidente de Portillo lo enviaron al Preventivo de la zona 18, lo vistieron de anaranjado y le pusieron las esposas en lo que cada vez se evidencia más como un acto de venganza montado por sectores de poder. En el caso presente estamos frente a pruebas irrefutables y contundentes de una falta de ética y de moral que genera el repudio ciudadano.

Baldetti tiene que recibir el trato que recibe cualquier sindicado de la comisión de un delito y el que se le otorguen privilegios ratifica la ceguera y la prepotencia de un gobierno que ha dado la espalda a la población desde hace mucho tiempo.

Debiera ser trasladada a tribunales como todos los sindicados, es decir, en la palangana de un picop y debidamente esposada. Si a ella se le trata de otra forma no habría razón para que a otros detenidos se les lleve en tales condiciones porque si algo repiten todos es que la Ley tiene que ser pareja para cualquier ciudadano.

Quienes están llevando al presidente Pérez Molina al despeñadero no entienden las circunstancias actuales, y por aferrarse a un puesto van a hundir a su jefe, pero también al país que está al borde de una confrontación inédita. No entienden la animadversión pública que genera ese trato preferente a una mujer que se supo hacer odiosa con su cinismo sin límite.

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