Ayer la Corte de Constitucionalidad otorgó Amparo al partido Lider por considerar que el Congreso no cumplió con la ley cuando procedió a la aprobación en dos primeras lecturas del proyecto de reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos porque no recibieron la mayoría calificada que establece la ley, es decir, dos terceras partes de los votos. Ni Lider ni el partido oficial, Patriota, acudieron para la discusión y aprobación por lecturas de esa ley que, de todos modos, fue manoseada en el Congreso y no contiene los reclamos hechos por los grupos sociales.

Ese fallo de la CC no viene sino a confirmar, sin lugar a duda alguna, que hay una evidente y clara burla que están cometiendo los diputados en perjuicio de las aspiraciones para reformar el sistema corrupto que nos domina desde hace muchos años. Hay que decir que la iniciativa presentada por el Tribunal Supremo Electoral ya había dejado de lado importantes cuestiones vitales para modificar el sistema, a lo que se debe agregar que en el Congreso se le introdujeron todavía más modificaciones que la dejaron como un auténtico mamarracho, pero ni así, ni siquiera tras ese burdo manoseo, se logró que los diputados avanzaran seriamente en el tema.

Nosotros sostenemos que los diputados del Congreso no tienen ni voluntad ni interés de realizar reformas que pongan fin al saqueo del Estado porque ellos mismos son los que se benefician de la existencia del modelo de corrupción. Hemos dicho hasta el cansancio que es estéril esperar que de ese Congreso pueda salir algo positivo porque han dado abundantes muestras de cuáles son sus verdaderos intereses y hacia dónde orientan su función.

Ante la ingenuidad de sectores que confiaron en que los diputados podrían cambiar de actitud frente a una fuerte presión popular, dijimos que esa gente no estaba dispuesta a hacer nada que comprometiera sus corruptos intereses y, desgraciadamente, estuvimos en lo correcto desde todo punto de vista.

Ayer vimos cómo hasta el antejuicio contra el presidente Pérez Molina fue astutamente manejado por los diputados para que sirviera a ese esfuerzo que mantienen de preservar sus intereses y las facilidades que ofrece el sistema en el que los dos únicos puntos fundamentales para los políticos y sus socios son la corrupción y la impunidad que les garantiza que podrán continuar con el alzamiento de los bienes públicos aunque sea en perjuicio de la población más pobre que es la que deja de recibir servicios como consecuencia de la mala utilización de los recursos públicos. Lo dicho, dicho está y ese Congreso no sirve para un carajo.

Artículo anteriorAplicado requisito de honestidad
Artículo siguienteMarines que arriaron bandera en 1961 regresan a La Habana