Con fanfarrias, los candidatos presidenciales suscribirán hoy la Declaración de Chapultepec que bajo el patrocinio de la entidad que aglutina a las empresas periodísticas de la región, la Sociedad Interamericana de Prensa, se constituye en un compromiso de respeto a la libertad de prensa. Se ha adelantado que el único ausente será el candidato Manuel Baldizón, quien asegura que tenía compromisos previos que, evidentemente, no pudo ni quiso cancelar y por lo tanto su firma no aparecerá en el documento.

Pero con firma o sin firma, la declaración es una expresión vacía, sobre todo viniendo de los políticos guatemaltecos que son expertos en el engaño. El respeto a la libertad de prensa no se garantiza con la firma de un documento prefabricado por las empresas periodísticas, sino que es consecuencia de un compromiso de vida, de una actitud de tolerancia y respeto a las ideas ajenas y de entendimiento del significado de la libre expresión como derecho humano. Pero entre personas que compiten por engañar a la población, sabiendo que no pueden hacer absolutamente nada de lo que prometen porque el sistema está hecho para otra cosa, qué podemos esperar de certeza aunque se comprometan estampando su firma.

Una de las características de la mediocridad de nuestros políticos es precisamente su intolerancia e incapacidad de asimilar las críticas que siempre toman como una cuestión personal aunque el señalamiento sea muy concreto. Ya vimos, por ejemplo, cómo las acusaciones fundadas en pruebas como las escuchas telefónicas, son rechazadas bajo el argumento de que se trata de ataques para destruir a los políticos y así ven siempre cualquier acción independiente que no les conviene.

Los hechos demuestran que ese tipo de declaraciones no tienen ningún contenido real porque se trata de aspavientos publicitarios en los que los que firman y los que promueven la firma se tratan de promocionar utilizando el concepto de la libertad de prensa como gancho. Por fortuna la libertad de expresión no depende únicamente de la libertad de prensa y cada día más, gracias a los medios alternativos y a las redes sociales, la gente tiene capacidad de manifestar sus puntos de vista aunque los mismos no sean tolerados o aceptados por los políticos que tienen poder.

Creemos en el derecho humano a la libre expresión más que en la libertad de prensa porque la prensa, como empresa, responde a sus propios intereses que no siempre están explícitos y claros. Mucha de la libertad de prensa está al servicio de grandes intereses y poderes que tienen propiedad, control o influencia en los medios cuya agenda no es siempre la de la sociedad.

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