Eduardo Villatoro

A menudo me surge la duda referente a qué obedece esa especie de maldición que suele acompañar a muchos políticos que ascienden a las alturas de las lomas guatemaltecas, cuando escogen a sus asesores más cercanos o consejeros de mayor confianza, porque con frecuencia adoptan decisiones que resultan perjudiciales para sus mezquinos intereses o expresan barbaridades públicamente.

Sería prolijo traer a colación las ocasiones en las que el señor Pérez Molina ha dicho desatinadas afirmaciones que posteriormente ha intentado desmentir, con la consabida excusa de que sus palabras fueron tergiversadas o sacadas fuera de contexto.
Se podría editar un glosario que contuviera las sandeces que durante su reinado se deslizaron de los labios de la vedete Roxana Primera, que hizo las delicias de los reporteros y columnistas y provocó la franca carcajada de los guatemaltecos ajenos a los trajines palaciegos, como cuando calificó de “rebonito” al Hospital de Salud Mental, o la ocurrencia de aseverar que resulta más barato viajar a Europa que ir de paseo a Petén, y qué decir del descubrimiento del mágico líquido para hacer transparente el lago de Amatitlán, bromita que causó que sus súbditos y detractores se desternillaran de risa, pero que le ha costado al Estado una millonaria cantidad de dólares.

Pero dejemos en paz a la deslumbrante y honorable dama que rivalizaba con su compañero de fórmula en torno a extravagancias o valoraciones, porque ella disfruta de un merecido descanso, aunque con presuntas apreturas económicas, y el segundo ya va de salida, aunque despacio y displicentemente.

Ese espacio mediático en lo que atañe a tropezones, empero, nunca queda vacío y ahora el que se empecina por desbarrar retóricamente es nada menos que el candidato presidencial Manuel Baldizón, quien, para colmo de males para él, no disfruta de la simpatía de los ingeniosos o chuscos capitalinos.

Para darle más brillo a sus desaciertos el abanderado del partido Lider se desplazó hasta Washington, la capital del Imperio, a fin de que sus descuidos verbales trascendieran continentalmente, habiendo logrado sus propósitos. En primer lugar, al oponerse fervientemente a la intervención de otras naciones u organismos internacionales en los asuntos internos de Guatemala, en inequívoca alusión la CICIG, pese que después aseguró que no se refería a esa Comisión, pero contradictoriamente solicitó la presencia de representantes de la OEA para que fiscalicen el proceso electoral, aseverando que se ha gestado un complot en su contra.

Pero lo peor que se le antojó fue criticar al doctor Iván Velásquez, titular de la CICIG, quien se ha ganado la confianza y el justo reconocimiento de la mayoría de los guatemaltecos, conjuntamente con la fiscal general Thelma Aldana, por su común combate a la corrupción, como nunca había acontecido, lo que le ha valido al señor Baldizón mayor rechazo de los guatemaltecos urbanos.

Valiente el desempeño del dirigente de la CICIG y de la doctora Aldana, jefa del MP, en contra de los políticos corruptos que antes eran intocables.
(Con Romualdo Tishudo lamentamos el trágico fallecimiento del marquense Hugo Mérida de León, siempre amable, servicial, honesto exfuncionario del IGSS).

 

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