Juan de Dios Rojas

Tomé un breve y significativo pasaje escrito por el poeta, periodista y educador José Luis Villatoro, guionista de altos vuelos, responsable en ese entonces del gustado programa Chapinlandia, difundido por Radio Nacional TGW, en horario de 16:00 horas y repetido cuando el día desfallece y los relojes marcaban las 21:00 horas, ambas trasmisiones en vivo y de duración de una hora.

Identifica a Guatemala, nuestra patria irredenta, luchadora incansable por revertirse. El símil en beneficio social, paz, seguridad; también con salud, trabajo y desarrollo permanente que apunta a la confraternidad. Considera de ser dentro de su topografía contrastante, sin embargo, atractivo complaciente al turista embelesado por ese camino natural de terracería de pavimento al azar.

En alas repletas de la imaginación, paleta de colores del iris, semeja un enorme camino Guatemala, donde el paso andariego humano es incansable; es de tiempo vehicular diferente. Recién viene a ser el sitio de accidentes consecutivos, atribuidos a velocidad de la luz, impericia manifiesta y el hecho siempre lamentable del licor en cantidades industriales -digo- por tanta muerte.

El rumbo cotidiano había venido siendo rutinario, de naturaleza apropiada. Sin embargo, cuando menos se esperaba cambió por completo de rumbo y pasó por consiguiente a una dirección inhumana, causante de desgracias recopiladas en los medios de comunicación social, mismas un reducto de desgracias incontables, que sacan de sus casillas, incluso, hasta el ser más indiferente.

Basta ver para creer, en la jungla que conforma tanto choque, embarrancamiento. Sin dejar al margen el conjunto de manejos cotidianos también del decomiso de drogas, el lavado de dólares constante; el problema interminable de paso de sumas cuantiosas de contrabando constante, en detrimento palpable de tributos no satisfechos, en contra del pago legítimo de impuestos.

La mente dispuesta al esclarecimiento de qué rumbo tomar, equivalente también a: “camino, ¿hacia dónde caminas?” tras el destino inconmensurable, pero inconveniente que llevan uno tras otro; los pasos sin brújula en la mano, capaz de alumbrarnos; quizá con la lámpara de Diógenes saber a ciencia cierta el camino que nos llevas, «querido rincón del mundo» al correcto camino.

Luces en competencia, que la sabiduría de los genios han inventado ¿podrá ser la solución conveniente? a la mano correcta que sirva a manera da lazarillo y nos lleve por el deseable, verdadero e indispensable, a título de urgencia, la solución victoriosa, lejos de extravíos, auténticas trampas que nos hunden en la desolación, termino del fracaso ya en acción.

Todos los connacionales, sea como sea, nos urge encontrar cuál es el camino, el verdadero hacia dónde encontraremos el destino, tras extenso y mortificante tiempo, semejante a los nómades del desierto, cuyas descripciones, leyendas y películas son capaces de mostrar montón de penurias derivados de tomar rumbos equivocados, responsables de cualquier fracaso mortal.

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