Rolando Palomo G.

En el inoperante Congreso de la República surge ahora de parte de la Bancada del Partido Lider la propuesta de convertir en obligatoria la lectura de la Biblia cristiana, con el argumento de que mediante ello, la juventud guatemalteca reencausará sus pasos hacia la senda de la moralidad y el civismo.

Dejando de lado el hecho de que la Biblia no es un texto educativo y de que muchos de sus pasajes no son en nada edificantes moralmente, les relatamos a quienes no vivieron esa época, que en los meses posteriores al golpe de Estado con que el Ejercito derrocó al presidente Lucas García, que los ciudadanos teníamos que ver por la televisión encadenada, al General Efraín Ríos Montt transmitir las noches del domingo un mensaje cuyo contenido descansaba en el estribillo que le sirve de título a este artículo. Luego el General, Jefe de Estado, nos recordaba durante treinta minutos que la raíz de todos los males nacionales (que aún no eran tantos como hoy), radicaba en la ausencia de moralidad en las familias y nos invitaba a no mentir, no robar, y no abusar, utilizando para ello los dedos de la mano que luego se convirtieron en el símbolo de su partido político.

Parece ser que ese edificante mensaje no llegó ni a su hogar, en donde su hijo, ya a cargo de las finanzas del Ejército, condujo a la quiebra fraudulenta al Instituto de Previsión Militar y a su instrumento financiero, el Banco del Ejército, hechos por los que por mucho tiempo ha salido impune.

Tampoco llegó a los hogares de su Delfín, Alfonso Portillo y al conspicuo miembro de su partido, Jorge Mario Nufio Vela, Gerente del IGSS y acusado de un inmenso desfalco a la institución del que precisamente ésta se estaba recuperando cuando a su compañero de armas, el también General Otto Pérez Molina, se le ocurre (perversa ocurrencia) nombrar al colega de ambos (desconozco su grado militar) Juan de Dios Rodríguez, para que continúe la depredadora tarea, que tanto daño y sufrimiento le ha causado a los afiliados a la institución, pero en especial a los enfermos renales y a sus familias.

La mayor parte de las desgracias de este mundo provienen de los Hombres de un solo Libro, ya sea que este se llame Mein Kampf, el Capital, La Biblia, El Corán o el Libro Rojo de Mao. Es en el seno de la familia y con el ejemplo y la integridad que han sido educadas generación tras generación de buenos ciudadanos en el mundo. Ciudadanos coherentemente buenos, como hijos, como padres, como jefes y como estadistas, sin tener muchas veces que recurrir a lecturas obligatorias. Abraham Lincoln era, para desesperación de Marie Todd Lincoln, un irreductible agnóstico, pero un ejemplo de valores e integridad. Que aún sigue siendo referente moral para los estadounidenses.

 

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