Francisco Cáceres Barrios
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Sabido es por todos aquel refrán que reza “el cielo y el infierno están empedrados de buenas intenciones”, pues de nada sirven los buenos propósitos, si no van acompañados de las buenas obras. Digo esto, porque aducir que se impidió la posibilidad de enjuiciar al presidente Pérez Molina para defender la institucionalidad resulta espurio (por lo falso y adulterado). Nadie ignora que la población guatemalteca decidió pedir la renuncia al presidente Pérez Molina, harta y cansada por no haber velado por sus intereses, el incumplimiento de sus promesas electorales y por la responsabilidad que tiene de la corrupción imperante, como que en lugar de tomar el camino violento, rompiendo la institucionalidad, prefirió encontrar el sendero legal gestionando quitarle su inmunidad para que pudiera ser juzgado por los tribunales y así poderle deducir plenamente las responsabilidades inherentes.

Nadie se imaginó que los hilos de los exmagistrados pudieran permanecer intactos con la Corte de Constitucionalidad, de tal manera que resultara factible encontrar a alguien que se prestara para interponer un recurso de amparo y así, en un dos por tres, se haya dictado el controvertido fallo y de paso, tildar de incapaces al pleno de magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Así fue como se dejó a la población con un palmo de narices clamando ¿y ahora quién podrá defendernos? Como atinadamente opina el licenciado Gabriel Orellana, nada se gana con una discusión académica de quién o quiénes tienen la legitimación procesal, pues el amparo ya fue otorgado, por lo que lo más seguro será ver cómo la manipulación del tiempo va a permitir el alargamiento de su resolución definitiva hasta llegar al 14 de enero, a las 14:00, como si nada hubiera ocurrido.

Así las cosas, aduciendo mañosamente defender a la institucionalidad del país llegamos a la única conclusión posible, que la culpable de todo el desmadre de corrupción, ya fuera la evasión fiscal, los sucios procedimientos para asignar compras de productos o servicios, como tantas concesiones ilegales resultara ser doña Roxana Baldetti, quien tuvo la creatividad de montar una organización tal, que no dejó santo parado y también, porque encontró la fórmula mágica para que con su sagacidad, su jefe inmediato don Otto Pérez Molina no se haya percatado de lo que a sus espaldas venía ocurriendo, habiendo sido su único pecado pedirle que lo acompañara para ocupar la cúpula presidencial durante el período gubernamental 2012/2016. A propósito, ¿qué dirá la CICIG de todo esto? ¿Se irá a contentar con la pesca de pequeñas sardinas? Y finalmente, es muy triste pensar que el pueblo, como siempre, va a tener que seguir pagando los platos rotos de tanta politiquería.

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