Javier Monterroso

Algunos de los grupos y personas que asisten a las manifestaciones de rechazo a la corrupción promueven la suspensión de las elecciones generales, el argumento es que en las actuales condiciones la elección es más de lo mismo, que antes de la elección se debe reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos para permitir mayor democracia y representatividad dentro de los partidos políticos, romper el monopolio de los mismos y permitir que los comités cívicos puedan proponer diputados, cambiar el sistema de listas de votación por un sistema nominal, dotar de mayor poder al Tribunal Supremo Electoral y principalmente una depuración de la clase política prohibiendo la reelección de alcaldes y diputados por más de dos períodos así como medidas para detener el financiamiento ilegal.

La Constitución Política de la República no establece fecha para realizar las elecciones generales, pero sí plantea una fecha improrrogable para que asuma el nuevo gobierno: 14 de enero, esta fecha no puede cambiarse ni prorrogarse sin romper el orden constitucional, sin embargo, la fecha de celebración de las elecciones está regulada en el artículo 196 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, ésta si puede modificarse y posponer las elecciones de tal forma que sin romper la fecha del 14 de enero para la toma de posesión de las nuevas autoridades, las elecciones puedan realizarse en noviembre la primera vuelta y en diciembre la segunda, dejando aun un tiempo razonable para resolver eventuales impugnaciones contra los resultados electorales.

Pero para ello se requiere contar con 105 votos en el Congreso de la República para modificar la Ley Electoral, además del dictamen favorable de la Corte de Constitucionalidad a las reformas, difícil pero no imposible, lo más complicado es lograr esos 105 votos pues para ello se necesitan los votos del partido Líder, que es el más interesado en que las elecciones se mantengan en la primera semana de septiembre, pues saben bien que dos meses más de campaña pueden ser fatales para sus aspiraciones, la paradoja de la reforma política es que debe hacerse por los propios políticos, por ello necesitamos nuevos políticos, personas que quieran entrar al Congreso y realizar estos y otros cambios que el país requiere.
Con esta reflexión quiero despedirme y agradecer a mis lectores que por casi un año han compartido conmigo esta columna, les agradezco también a Oscar Clemente y Pedro Pablo Marroquín por haberme dado la oportunidad de escribir en este medio, estoy convencido de que los cambios que el país necesita sólo pueden hacerse desde el sector político y es el Congreso de la República el espacio donde se puede impulsar y aprobar las reformas estructurales que el país necesita, es por ello que he decidido participar en las elecciones generales como candidato a diputado por el distrito de la ciudad de Guatemala con el partido político TODOS, nuevamente muchas gracias a mis lectores y espero que este sea un hasta pronto y no un adiós definitivo.

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