MSc. Flaminio Bonilla Valdizón
abogado, escritor y amigo de Pancho

Como ser humano, como hombre de leyes y abogado litigante; como miembro de la academia y de la intelectualidad guatemalteca, que siempre ha ansiado vivir en plena libertad democrática dentro de un Estado de Derecho, como hombre que siempre le ha concedido el más alto valor a la vida humana y un significado supremo a la Justicia, no puede menos que sentir asco, frustración, desaliento y un duro golpe moral, por el ASESINATO de mi amigo FRANCISCO JOSÉ PALOMO TEJEDA.

“PANCHO” como era conocido en el gremio, fue un hombre de ideas firmes, como abogado litigante fue brillante; el que haya defendido o patrocinado a personas de dudosa reputación o casos controversiales no importa, “eso es harina de otro costal”; “esos son otros 5 len” como dicen los patojos. Yo tuve el privilegio de gozar de la amistad de Pancho desde nuestros años universitarios en la Escuela de Derecho. Litigué contra él, en algunos casos me venció, en otros le vencí; incluso fue el abogado de una Aseguradora, en un litigio por el pago de un seguro de nuestra casa de Likín, que tardó largos 14 años, juicio que llevó mi amado padre contra Pancho y luego de la muerte de mi papá yo tomé el proceso, que al fin gané; pero eso no es lo fundamental, lo IMPORTANTE Y DOLOROSO es que mataron a un ABOGADO, a un ser humano como todos nosotros, con defectos y virtudes, con equivocaciones y aciertos, ecuánime o injusto, pero con una ideología firme. Pancho tenía sus ideas, era un hombre de derecha, incluso luchó junto a “Los Contras” en Nicaragua, junto con el doctor Francisco Castejón García-Prendes (q.e.p.d.). A Pancho lo asesinaron el miércoles 3 de junio a las 13 horas en la zona 9 capitalina, dos sicarios que descargaron sobre su cuerpo doce balazos de ignominia; contratados por alguien que sólo conoce el lenguaje estridente de las balas y el olor a muerte de la pólvora.

Cada vez que cae bajo el fuego de balas disparadas por cobardes asesinos un amigo, un buen abogado, un buen hombre, un buen esposo, un buen padre de familia y un abuelo cariñoso, las voces de protesta se escuchan por doquier y las cuartillas llenan las páginas de los diarios. En cada una de estas ocasiones, se nos llena el corazón de dolor y abatimiento y la conciencia de ira, de pavor y espanto, porque recordamos a muchos de nuestros queridos amigos y compañeros caídos en la guerra de los 36 años o aquellos que fueron ajusticiados por el solo hecho de “pensar diferente”. Pancho pensaba diferente a mí, él fue un hombre de derecha, yo un hombre de izquierda, pero eso jamás nos alejó. Mi hijo Pablo, abogado, le tenía un cariño especial y respeto a Pancho, los dos eran hombres del aire; Pancho aviador y mi hijo un deportista extremo de paracaidismo libre. Pancho le obsequió a mi hijo un rosario, símbolo de los quetzales que surcan los aires y que quieren alcanzar el cielo, tocar las estrellas, cohabitar con los luceros, observar a unos cuantos metros la velocidad de los cometas o aterrizar en algún otro planeta. Hoy Pancho Palomo ha trascendido en el espacio y está allí, en su aire, en su avión, en su cielo; pero ahora ya no aterrizará en la tierra, se quedará por siempre en el firmamento, solazándose de muy cerca con la salida del sol y viendo a un metro de distancia, el resplandor de todas las nuestras lunas.

Pero lo peor, es que seguimos observando que en este nuestro país de la eterna matadera, sale siempre victoriosa la muerte y aniquilada la vida y se siegan existencias útiles a la Nación; sale siempre vencedora la intolerancia, la incomprensión, el crimen y la impunidad y vuelve a caer derrotada la intelectualidad nacional. Vemos nuevamente el triunfo de la barbarie y la derrota de la razón y de la vida. En este país, en esta Guatemala nuestra “de las venas abiertas”, en “esta Guatemala, que nos duele tanto a tantos”, la IMPUNIDAD, la CORRUPCIÓN, el ASESINATO COMÚN siguen siendo objeto de la indiferencia del Gobierno y de los responsables de la seguridad nacional. Y por ello HOY, todos los guatemaltecos debemos decir ¡HASTA AQUÍ!, ¡YA BASTA! Porque si el estado de cosas en realidad no cambia en la Nación, con medidas radicales y transformaciones profundas en lo político, en lo social y en lo económico, aquí en GUATEMALA, en este nuestro ensangrentado país, YA ES TIEMPO DE MANDAR AL CARAJO LA QUEJA, EL GIMOTEO Y LA PROTESTA, Y QUE LAS PISADAS DE ANIMAL GRANDE NO SÓLO SE ESCUCHEN. Además tenemos otra tarea INELUDIBLE e IMPOSTERGABLE, en la cual no podemos permitirnos dar marcha atrás: ECHAR de la SILLA PRESIDENCIAL al LADRÓN y CORRUPTO de Otto Fernando Pérez Molina y REFUNDAR EL ESTADO.

Descanse en paz PANCHO PALOMO. Nuestro pesar y solidaridad con su familia, y nuestro dolor por GUATEMALA y su INDIFERENCIA ante estos hechos que pronto olvida.

 

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