John Carroll

Dentro de poco menos de un año, los guatemaltecos nos enfrentaremos a la difícil decisión de elegir a nuestras próximas autoridades por lo que se vuelve imprescindible que para tomar esa decisión tan importante hagamos tiempo y espacio en nuestras vidas diarias si aún nos queda la esperanza de que el grave contexto en el que vivimos puede mejorar sustancialmente por la vía legal y democrática.

Por desgracia estamos metidos en un círculo vicioso que condena a los más pobres de la sociedad a permanecer en ese estado. Más o menos la mitad del electorado toma una decisión con alta carga emocional que se ve satisfecha con láminas, guacales, pelotas y tretas mercadológicas. Y para ganar en este segmento de la población, la calidad del candidato y sus equipos quedan en segundo plano. El que más y mejor gasta plata en mostrarse y regalar babosadas es el candidato conquistador del segmento mientras que la otra mitad tiende a apoyarse en capacidades racionales para tomar su decisión. Es esta otra mitad del electorado, la que está llamada a provocar el cambio de tal manera que el segmento de población que es políticamente vulnerable disminuya con el tiempo y logre transformar el circulo de vicioso a virtuoso.

Primero habrá que pelear contra la fuerte tentación de la indiferencia porque no cabe duda que muchos de nosotros estamos cansados del asunto y parece que sin importar el esfuerzo que hagamos por analizar nuestras decisiones políticas el barco se sigue hundiendo. Lo cómodo es continuar como estamos y no hacer ningún esfuerzo “porque de todos modos nada cambiará”. Hemos caído en la trampa de Corruptubela que se muestra fuerte e invencible tanto como para acabar con el intento y la esperanza, los únicos enemigos que tienen algún chance de derrotarla. Para cambiar el estado de las cosas es condición previa querer cambiar.

Como segundo punto y después de convencidos de que es posible cambiar el rumbo, nos enfrentaremos a nuestro desastroso sistema democrático actual, sistema de pesos y contrapesos que se parece más a una de aquellas balanzas de marchante ladrón que a los ideales de república. Y como remedio a este segundo gran reto no nos quedará más que analizar a fondo las hojas de vida de los participantes y lograr calificar de la manera más objetiva posible la combinación de capacidades, experiencia y valores de los candidatos y sus equipos.

El tercero e importante punto será el de analizar las propuestas de trabajo. Es mi opinión que después de las carretadas de atol con el dedo que nos han dado a lo largo de nuestra historia política, debiéramos de centrarnos en muy pocos objetivos y no en un folio de 300 hojas que se llame “Plan de Gobierno” y en donde pretendan engañarnos con un plan que ataque absolutamente todas las debilidades de la administración actual. Objetivos claros, sencillos, generales y pocos son los que necesitamos para lograr cambiar el sistema sobre el cual vivimos actualmente. Solo esos grandes cambios sistemáticos darán oportunidad de caminar hacia un sistema republicano que verdaderamente permita fundar las bases para mejorar todo aquello que hoy en día nos irrita y desilusiona tremendamente.
Recuerde entonces: 1. Romper la indiferencia. 2. Analizar las hojas de vida. 3. Analizar la propuesta. El cambio pasa por nuestras decisiones, es nuestra responsabilidad. No hay más.

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