Y resulta que se han llevado a cabo los procesos de selección para los puestos, pero no ha habido una discusión profunda que nos permita conocer el estado en que están las instituciones y planes que puedan ser medibles para poder hacer la revisión de avances en cada una de ellas.

Cuándo se dio el cambio en el Ministerio Público, lo que más hubo fue discusión ideológica por la polarización que generó la necesidad de enfrentar procesos relacionados a actores de esferas de poder. Sin embargo, una discusión programática no se ha llevado a cabo sobre las instituciones y es por ello que luego nos salen sorpresas cuando el Tribunal Supremo Electoral tiene que enfrentar sin planteamientos claros y parejos la campaña anticipada o las finanzas de los partidos políticos; el Ministerio Público, entidad encargada de la investigación penal exige que se presenten pruebas para considerar delitos y las Cortes más que justicia se quieren para administrar impunidad.

Pero el problema es que los ciudadanos parece que se quieren mantener en el absoluto desconocimiento de los pactos que se llevan a cabo para lograr los puestos y, por ende, de los compromisos que se adquieren para poder llegar a ellos. El mejor ejemplo, es el de la Contralora General de Cuentas de la Nación en un país en que la corrupción, sobrevaloración, enriquecimiento ilícito y todo lo que tenga que ver con un dudoso manejo de los fondos del Estado es la regla para obtener el éxito y convertir en millonarios a políticos y empresarios, mientras la entidad fiscalizadora no presenta casos de relevancia.

Ella, Nora Segura para que recuerde el nombre, dice que sale satisfecha y orgullosa de lo que hizo. Y es que claramente cumplió con su misión cuando fue nombrada en el gobierno de Álvaro Colom para que cuidara las espaldas de quienes podían ser investigados y, dicho sea, continúo con la misma tolerancia en este gobierno.

Es por eso que creemos que el sistema no funciona, pero olvidamos que está perfectamente calculado para que termine siendo tan preciso que no haya fallas. La Contralora termina su período sin que la gente se cuestione porqué alguien que demuestra una incapacidad desmesurada o una complicidad descarada, puede salir tranquilamente. Simplemente porque a los patrones a quienes les escondió las costillas en lugar de contarlas, están contentos con su misión.

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