María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com

Y es verdad, durante la guerra interna la inteligencia (de los dos bandos) estuvo encargada de planear los crímenes contra la humanidad más atroces, sin embargo, la inteligencia hoy en día es necesaria aunque la mayoría de ciudadanos piense lo contrario.

El rechazo a la inteligencia se ha agudizado con los escándalos de espionaje que se han puesto de moda últimamente, aunque este haya existido desde siempre. Los ciudadanos debemos entender que existen mecanismos de recopilación de información que son absolutamente necesarios para el avance de los intereses de la nación y que la inteligencia no se reduce a estos. La reserva y confidencialidad de información es también un pilar que no debe quebrarse por ningún motivo, entendamos o no las razones.

La inteligencia es fundamental en cualquier país que busque resguardar la soberanía y el orden constitucional, ya que esta se produce alrededor de todas las materias que interesan al Estado y se orienta al conocimiento profundo de los fenómenos que podrían representar riesgos o amenazas para el país en términos de Seguridad Nacional que no debe confundirse con la Pública. La primera, está dirigida a asegurar los Derechos fundamentales de todo ciudadano que se establecen en la Constitución Política de Guatemala por lo que es un concepto integral con más importancia de la que usualmente se le da.

En Guatemala, en esta materia nos regimos por la ley marco del Sistema Nacional de Seguridad en la que se detallan las funciones de las distintas instancias de seguridad así como del Sistema Nacional de Inteligencia, Integrado por la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado quien lo coordina, la Dirección de Inteligencia Civil del Mingob, y la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional del MINDEF. Estas instituciones deberían dar cobertura a la inteligencia estratégica, civil y militar.

Para el funcionamiento adecuado del SNI es necesario el fortalecimiento de las instituciones encargadas de la producción de inteligencia, especialmente el entrenamiento adecuado del personal y el establecimiento de una carrera dentro de las mismas, medidas que aseguren la prevalencia de los intereses permanentes del Estado en lugar de intereses políticos que cambian con sus autoridades.

Más allá de la sombra oscura que condena a la inteligencia a ser algo monstruoso, esta es en realidad un instrumento fundamental en la prevención de riesgos y amenazas en cada ámbito del país y por ende en la toma de decisiones. Por esta razón, es necesario comprender que no se trata únicamente de un mecanismo estrictamente táctico u operativo, frecuentemente se nos olvida que la inteligencia es también estratégica.

El presidente Otto Pérez Molina quien estoy segura, comprende su importancia, debe priorizar las instituciones dedicadas a su producción. Es absolutamente necesario que en su seno prevalezcan principios determinantes de la nación y jamás intereses personales, así como contar con la gente más capacitada para “leer entrelineas” e ir más allá de la simple apariencia, además de encontrar en el amor a la patria el móvil más genuino para tomar la responsabilidad de cumplir tan trascendental misión.

Igualmente importante es poner un alto a la creencia de que hay que dejar la inteligencia a los policías y a los militares. Hay que ponerle atención a la inteligencia económica, social, en el ámbito de salud, ambiental, entre otras.

Sí, es verdad que la inteligencia puede cumplir un papel oscuro y utilizarse mal, no obstante las líneas estratégicas del país y las políticas públicas deben delinearse con ayuda del pincel de la inteligencia, fundamentalmente de la estratégica. La inteligencia no es contraria al mito popular, un monstruo innecesario, todo lo contrario. Es una piedra sobre la que se deben tomar decisiones y debería ser un punto de partida para la prevalencia de los intereses de nuestra nación.

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