Juan José Narciso Chúa

El nacimiento de mis hijos, sin duda, me hizo ser una persona distinta, pero gané enormes satisfacciones, alegrías y momentos de duda al lado de Sofía Alejandra, Lucía Gabriela y Juan José, hoy mis, otrora niños con quienes pude gozar y disfrutar plenamente de su infancia temprana, así como constatar paso a paso en su crecimiento, son adultos y no por ello dejo de disfrutar las charadas, bromas y espacios de compartir con ellos.

Cuando uno se retrotrae al pasado con sus correrías infantiles, quisiera haberlas disfrutado más, pero ahí están esas imperdibles sensaciones de ser niño con ellos a su lado, jugando, hurgando, preguntando, compartiendo, gozando. No olvido una postal que se quedó en mi mente, cuando los tres, se pararon sin querer en orden de edad y estatura, frente a una ventana y todos se quedaron observando hacia el vacío, quién sabe que se cruzaba en sus tempraneros pensamientos, tal vez, pensaban en qué significaba la vida, quién sabe si reflexionaban sobre su futuro, quizás escrutaban sus primeros pasos cavilando sobre hacia dónde irían más adelante.

El gusto del reencuentro con mis hijos después de las actividades diarias resultaba siempre magnífico, siempre cercano, siempre cariñoso, siempre juguetón. A Lucía le gustaba jugar de supermercado y de escribir en la computadora y me daba risa su velocidad en el teclado; Sofía era juguetona e inquieta, no se me olvidaba la rabieta que me hizo cuando la intenté filmar y estaba de mal humor, me persiguió por toda la casa; Juan José era el interesado en la música y en el canto, tomaba su guitarra de juguete y se ponía a cantar canciones de Credence, así como le gustaba escuchar un disco compacto de marimba.

El eterno Serrat dice algo así: Los niños llevan nuestro idioma, andan con nuestros problemas, toman nuestros sentimientos y se van ahí por la vida, como con su primera configuración de adulto y ahí se explica la vinculación total de mis hijos con el deporte. Nos disfrutábamos juntos los juegos finales de la NBA, cuando los Chicago Bulls dominaron los años 90; nos molestábamos cuando ganaban o perdían sus Yankees de New York, pero coincidíamos en la alegría de ver jugar al Madrid y ganar, muchos años atrás, incluso asistíamos al Estadio de la Pedrera a ver a nuestros cremas.

En la música también existen grandes convergencias de gustos. Me encanta verlos cantar canciones que son de mi época como si fuera de ellos, e incluso, compartir con todos ellos, cantar Ojalá de Silvio Rodríguez, con gusto, con pasión y a todo pulmón. Cuando los veo cómo tratan a otras personas, me agrada verlos amables, con buen trato y solidarios. Inolvidables recuerdos de su infancia pasan por mi mente y me invitan a la nostalgia, pero resultan indelebles las carreras para el colegio, las visitas a los abuelos los domingos, la pelota de plástico del Bebeto, las correrías por Europa, los viajes a Estados Unidos y aquel agradable tiempo de vivir en México.

Hoy aquellos niños, son adultos todos. Sofía Alejandra es Arquitecta; Lucía Gabriela ha tenido reconocimientos por su desempeño académico en la URL y Juan José disfruta plenamente su carrera de Derecho en la tricentenaria Usac. Un homenaje a mis hijos que me han hecho sumamente feliz y agradecido por nuestras vidas, son un bálsamo para seguir adelante.

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