Eduardo Villatoro

Resultó que By fue nieto del recordado periodista don Rufino Guerra Cortave, a quien muchos escritores contemporáneos lo visitaban lo sábados al mediodía, al concluir la jornada en El Imparcial, para entretenerse en cálidas y largas tertulias, en vista de que el involuntario y amable anfitrión era el encargado de “La Morgue”, como le decían al archivo de ese vespertino.

Luego, descubrimos que con By cultivábamos intereses semejantes y raíces ideológicas pasadas y presentes en común. En una de sus raras visitas a Guatemala nos saludamos personalmente y nuestra amistad se consolidó.

Me enteré que después de vivir brevemente en otros países se radicó en Estados Unidos, concretamente en la ciudad de Boston, donde realizó estudios superiores de Derecho, con especialidad en criminología y específicamente en la difícil disciplina de rehabilitación de reclusos, y de esa cuenta ingresó a laborar en la cárcel de mediana seguridad del condado de Worcester, Massachusetts, a fin de efectuar sus prácticas para obtener el doctorado en su rama, previa exhaustiva investigación de sus antecedentes. Allí trabaja hasta la fecha, pero siempre que hablamos o me escribe lo asalta la añoranza de su querido barrio Gerona y sus amigos de entonces.

Todo lo descrito es para desembocar en las infructuosas tentativas del doctor Titus de contribuir en el campo de sus conocimientos criminológicos a procurar superar las deficiencias del sistema penitenciario de Guatemala, aplicando su experiencia y capacidad, con el propósito de mejorar la seguridad de las cárceles, básicamente las llamadas de “máxima seguridad”, paralelamente con métodos modernos para la rehabilitación de los internos.

Sus propuestas de apoyar al Ministerio de Gobernación, especialmente al Sistema Penitenciario, fueron rechazadas, por motivos ignorados, pese a que los servicios de Byron no implicaban gasto o inversión alguna. Hace pocos meses estuvo en esta capital para participar en un seminario en torno a la modernización penitenciaria, bajo los auspicios de una organización internacional, y obstinado que es respecto a colaborar con el Gobierno en el área de su especialidad, nuevamente estuvo predispuesto a servirle al país; pero simplemente fue ignorado por las “autoridades competentes”.

Terminó por desistir cuando su proyecto de modernización carcelaria fue aceptado y adoptado por el gobierno de Colombia.

Hace pocos días se publicó una colaboración suya en Prensa Libre, siempre sobre el mismo problema, que nunca ha perdido actualidad y que últimamente se ha agudizado con el caso de Lima Oliva y Compañía Ilimitada; pero, por supuesto, ni siquiera sería objeto de mínima atención por funcionarios del Estado.

Quizá sea tiempo aún para aprovechar y aceptar la asesoría de Titus

(El escéptico Romualdo Tishudo le cita a Byron Titus este proverbio árabe: -No intentes poner recta la sombra de un bastón torcido).

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