Juan de Dios Rojas

Sabemos de sobra que los planes que debieran ser cabeza son burbujas desaparecidas por el viento calcado con el paso de los años en la Guayaba muy volanderos. Mucha bulla y pocas nueces, característica común de quien acceda al timonel de la nave gubernamental. De improviso, bajo presión de las premuras, echan mano a cualquier actividad sin base arraigada y triunfal.

Sea como sea, quien esté de turno a la cabeza debe llevar a feliz término actos, léase actividades diversas, que apuntan a mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de connacionales. Empero, sea visible y comprobable la transparencia. Principio y espíritu de dichos programas sociales. Tiempo de sobra viene a ser que exhiban manos limpias ante el colectivo.

Desarrollar los mismos programas, dizque sociales, distan de llegar a quienes necesitan ese apoyo, oportuno y seguro. Afuera el conocido clientelismo, desafortunadamente condición imperante desde hace la friolera de gobiernos de diversa condición política. Beneficiarios, óigase bien, distinto a los listados falsos, verdaderos amigotes a la luz del día no cabe duda.

Reitero una vez más, los programas sociales, mayoritariamente se reducen a palabras, palabras y más palabras, material indiscutible arrastrado por el viento que resulta el último acto del sainete en acción, año con año sin falta. Son una dicha para los escogidos por alguien de cuello blanco en cada administración, sin embargo, un trago amargo para los olvidados sin fortuna.

Hago pública alusión al jaracatal de los mismos, con denominaciones sabidas entre ellas: Bono seguro, bolsa solidaria, comedores populares. Acaso difiero en los calificativos en mención. Nada de extraordinario representan a la postre. Gorda obligación, repito, tiene el gobernante de turno, en el sentido de llevarles algo a nuestros connacionales sumidos en la real quema.

Pero es en balde recurrir al hecho que su desarrollo y entrega aparatosa constituye la obligación insoslayable de quien presida los destinos del conglomerado nacional, agobiado de acciones delincuenciales y malandrines que día a día hacen de las suyas, en medio de la desesperación general. Misma a un ritmo veloz, con múltiples seguidores de ambos géneros humanos.

Parte constituye de las obligaciones de quien dirija el cotidiano trajinar. Por supuesto que la carga tiene concepto de diversa, transparente de verdad, honesta, ajena al endeudamiento extranjero inacabable de tipo millonario en cifras alarmantes, auténtico compromiso sobre las espaldas dolidas del guatemalteco que paga impuestos directos. Que así sea su intención.

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