Eduardo Villatoro

Al parecer, únicamente los magistrados del TSE son tan crédulos e ingenuos que no se han enterado de la disfrazada propaganda política en las concentraciones que el Gobierno celebra en diferentes poblaciones del país, so pretexto de iniciar la ejecución de un proyecto de beneficio colectivo o de inaugurar alguna obra que generalmente ha estado a cargo de esa cartera ministerial, y de ahí que a la par del ingenioso presidente Pérez Molina o de la virtuosa vicepresidenta Roxana Baldetti, en su defecto, el ministro Alejandro Sinibaldi posa para los fotógrafos de diarios impresos y camarógrafos de la “televisión guatemalteca” a la vez que sonríe esplendorosamente y emite peroratas que, por supuesto, no exhorta a que voten por él en los próximos comicios, pero no pierde la oportunidad de excitar a los ciudadanos presentes en tales reuniones masivas y a los televidentes y radioescuchas a que deben optar por la continuidad en el poder del Partido Patriota, sin mencionar su nombre, desde luego, para “proseguir las obras” en el siguiente período.

Se necesitaría estar ciego y sordo y padecer de retraso mental aunque sea leve, para no captar que el “fisiquín” se está promocionando, y que lo mismo hace el Presidente a favor de su entrañable Ministro, pero como en Guatemala se promulgan leyes, se dictan sentencias y se emiten resoluciones para violarlas a cielo abierto, no hay quien tenga el valor cívico de –por lo menos– recomendar tibia y lacónicamente al Gobierno que suspenda esa campaña adelantada, porque hay muchas colas que se machucan y compromisos que se adulteran.

A mí no me interesa ni preocupa que el galán de las carreteras haga su cachita todas las semanas para captar adeptos, porque estoy convencido de que es inútil destinar tiempo, espacio y pocas energías en alertar a los guatemaltecos sobre actividades ilícitas que realizan autoridades del Estado, porque vivimos un sistema democrático ficticio.

Lo mejor sería derogar la normativa que prohíbe las campañas anticipadas, para que los políticos no nos vean cara de estúpidos, aunque muchos guatemaltecos no hacen ningún esfuerzo para disimular su estulticia en esta materia.
(El activista Romualdo Tishudo escucha al primogénito de un presidenciable preguntarle: –Papá ¿qué se siente tener un hijo tan guapo? El padre responde: –No lo sé, pregúntale a tu abuelo).

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