Son millones de millones los que se “invierten” en los procesos eleccionarios guatemaltecos porque no es que se esté aportando a un evento cívico, sino que se compran los derechos de ser los beneficiarios de los contratos y concesiones del Estado para el período de cada uno de los presidentes que han recibido el apoyo durante la campaña.

Se han generado discusiones sobre la conveniencia o no de reelegir en el poder a los dirigentes políticos, pero no nos hemos puesto a discutir que los que se reeligen permanentemente son los financistas que hacen el juego a fuerza de chequera con los dirigentes para ser siempre los ganadores que se generan la riqueza con los fondos provenientes del favor de los políticos que han ayudado a elegir.

Mientras todo esto sucede, el país sigue siendo la imagen folclórica que describió el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, porque el verdadero poder no está concentrado en enfrentar y resolver los problemas que nos mantienen como un país subdesarrollado, sino que los esfuerzos son para proteger a quienes han sido los socios de los políticos.

Es urgente que el TSE se concentre en el origen de los fondos con que los partidos y sus dirigentes inician los procesos eleccionarios. Con mucha contundencia se debe determinar el origen privado o público de esos recursos con que están haciendo el maquillaje proselitista que les permite no profundizar en los temas de trascendencia porque mientras con plata se logre hacer un circo, no habrá necesidad de salir a ganar un voto a fuerza de razón.

Qué importa si la campaña es permanente, siempre y cuando se vean obligados a plantear ideas y propuestas que generen debate y nos obligue a avanzar como país. Lo que es desesperante es que a pura canción, vallas y sonrisas quieran ganarse la voluntad de un pueblo que sigue pagando las facturas de haber aceptado los aportes de quienes pagan ese show con que se presentan los candidatos.

Urge controlar las finanzas y, mejor aún, si fueran públicas para que siguiendo la práctica actual, se beneficie al financista que sería el ciudadano de un Estado que está urgido de líderes que se comprometan a resolver los históricos problemas que nos tienen de rodillas.

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