Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

Desde siempre me he preguntado ¿Qué es lo normal? Cuando en diversos tipos de conversaciones se menciona, actuó normal, hizo lo normal, o es lo normal, pero ¿Hasta dónde llega esa normalidad?
Como admiradora que fui del recién fallecido Robín Williams, volví a ver con un ojo más analítico la película “Good Will Hunting” aunque ya la había visto incompleta hace años, me impresionó, y ya que tuve la oportunidad, la volví a ver, como repito con otra perspectiva, y creo aconsejable disfrutar y analizar esta obra de arte.

El tema, podría adaptarse a muchos seres humanos, que no encajamos en determinado tipo social, con un profundo respeto y agradecimiento a quienes me leen, pregunto ¿Cuántas veces ha sentido, que no encaja en el espacio social en el que se encuentra? En lo personal me ha sucedido muchas veces.

Ese es el tema central de la película, la historia de dos seres humanos que se encuentran en la vida, uno como psicólogo, y otro como genio, que no entiende que su capacidad de intelecto, es más allá de lo “normal” y juega con su maestro, pero no le interesa salir de la situación en la que vive, y allí viene el trabajo del profesional, ayudarle a encontrar su camino, aceptando que sin ser una rata de laboratorio, tiene otras posibilidades de vida muy diferente a la que vive.

Pero el punto principal de la historia, no es la genialidad de uno, ni el esfuerzo del otro, el meollo de la misma, es la existencia de sucesos de su niñez, que irremediablemente los identifican, y los hermanan dentro de sus diferencias de todo tipo, siendo estos acontecimientos, el maltrato y abuso recibido por su padre y padrastro, esa dolorosa situación les une, y les hace “anormales” para el catedrático del joven, y amigo del psicólogo, que encarna a la sociedad que ha triunfado en la vida, pero que no puede resolver los problemas que el joven Will resuelve.

La trama, da para mucho más, porque las variables de la historia son excelentes, pero lo importante, me parece son los conceptos con los que vivimos diariamente, y nuestra fallida interpretación de lo normal y lo anormal, ya que dependiendo de nuestra historia personal, que es única y las huellas que la misma haya dejado, así viviremos nuestra aparente normalidad, que para otro no lo será, y viceversa.

La problemática del concepto, es cuando se destruyen tabúes existentes, en una sociedad cerrada como la nuestra, y se abre la puerta a otros pensamientos o formas de ver la vida, pero como todo tiene límites, autoimpuestos, o impuestos por el entorno, se debe ser muy cuidadoso de hasta donde se debe llegar, porque poder, se puede a cualquiera de ellos, pero el deber es diferente.

Cuanto se rompen delicados límites, llega el ser humano a convertirse en verdadero monstruo, y agrede al débil, como los padres que violan a sus hijos e hijas, y que hacen de ellos seres infelices, o repiten el esquema vivido, dando como resultado agresiones a la vida, como el caso de la madre que mata a su hija, para vivir con su amante, mujeres las tres, ¿Qué hizo la niña? Ser su hija.

Considero bastante delicado el tema de la normalidad, o mostrarnos bastante permisivos, o drásticos con determinadas conductas, que en nuestro propio patrón de vida, no consideramos del todo normal.

En resumen, a mi criterio lo estrictamente normal, no existe, ya que nuestra mente se encuentra llena de construcciones basadas en nuestra propia historia y entorno, lo que nos hace identificar acciones u omisiones como normales o no, lo que no podemos hacer son juicios de valor sobre esas mismas acciones u omisiones, porque primero tendríamos que realizar un análisis interno, y seguramente nos decepcionaríamos, porque comprenderíamos, que nadie es perfecto, menos normal, ni nosotros mismos.

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