Juan José Narciso Chúa

Esa quimérica visión apunta a que la economía también sería parte de un proceso de modernización, para lo cual implicaría desatar los nudos que amarran su despegue; así como romper con los privilegios y exenciones que se han venido montando por años, hoy prácticamente siglos.

La innovación económica pasa por la construcción de escenarios en donde la economía no encuentre trabas para avanzar, así como hoy el modelo que se ha impuesto es de las exportaciones, pues es necesario profundizarlo y anclarlo sobre bases que sustenten todo ese modelo, para lo cual se requiere una revisión del tipo de cambio; un clima económico de estabilidad y un conjunto de instituciones alejadas de los intereses y dedicadas a dotar de conocimientos e instrumentos a la política económica, así como recreando alternativas de innovación económica en cada actividad productiva.

Las instituciones económicas deben ser independientes e incluso autónomas, para que efectivamente funcionen sin cortapisas y fuera de las presiones políticas y así plantear perspectivas de crecimiento en el largo plazo, puesto que seguir con visiones de coyuntura o de corto plazo, poco apuntan a oxigenar el sistema económico y ponerlo a tono con las dinámicas económicas internacionales.

Persistir en la entronización de las instituciones económicas como la SAT, tal como ha sido la constante de este gobierno, únicamente erosiona el quehacer técnico de la institución y la hace mayormente vulnerable a la corrupción, porosa a los intereses fácticos e incluso le abre grietas para la presencia del crimen organizado que se teje alrededor de las aduanas y el contrabando.

Pretender que el Ministerio de Economía sea un apéndice de las cámaras empresariales resulta equivocado, al igual que el PRONACOM, puesto que los funcionarios responden más a intereses de élites que a posturas sustentadas en criterios técnicos, justamente buscando la democratización económica para que las instituciones trabajen para el interés general y no para intereses particulares.

La democracia se encuentra en un estado muy delicado en el caso de nuestro país. Hoy sus flancos son cada vez más abiertos y sus posibilidades de reaccionar se hacen cada vez más estrechas, cuando prácticamente han sido asaltadas por funcionarios que representan eslabones políticos para el ilícito; han sido permeadas por los intereses de los grupos económicos y han sido vulneradas seriamente por el crimen organizado, tal como observamos hoy también en las Comisiones de Postulación.

En este contexto, cuándo podremos recrear horizontes económicos de largo plazo, instituciones modernas, autónomas y efectivas, para que las propuestas de innovación salgan ya de las obsoletas propuestas de exenciones fiscales para supuestamente modernizarse.

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