Estuardo Gamalero C.
ajustandovelas@gmail.com

Los derechos, obligaciones y procedimientos que se establecen en la Constitución, bastaría que aparezcan una sola vez, para saber que deben ser respetados tanto por civiles como por los funcionarios públicos; sin embargo, hay temas de tal importancia, que se repiten dos veces a lo largo de la Constitución, y hay uno que incluso se menciona TRES veces.

El diputado constituyente investido de poder constituyente -ciertamente conocedor de la historia y los abusos de los gobernantes-, quiso asegurarse que no hubiere ninguna duda en cuanto a cierto tema: Que el empleado y funcionario quien quiera que fuere, NO beneficiara sus intereses personales y sobre todo, no favoreciere a partido político alguno.

Al respecto, estoy seguro que no se necesita ser abogado para comprender estos artículos de la Constitución Política de la República:

Art. 107.- Los trabajadores del Estado están al servicio de la administración pública y nunca de partido político, grupo, organización o persona alguna.

Art. 154.- Los funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta oficial, sujetos a la ley y jamás superiores a ella. Los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de partido político alguno.

Art. 182.- (…) El Presidente de la República, juntamente con los ministros, viceministros y demás funcionarios dependientes integran el Organismo Ejecutivo y tienen vedado favorecer a partido político alguno.

Como ciudadano y después de haber leído varias veces la Constitución Política, entiendo dos cosas:

I. Que la Constitución, es para el Estado y sus funcionarios, el LÍMITE sobre el cual deben y pueden actuar;
II. Que las garantías individuales de las personas y los principios que constituyen los pilares de la República, siempre deben entenderse en el sentido más amplio y que favorezca la Justicia Real (no la formal).

Cómo pueden los gobernantes exigir a la población y a sus opositores políticos que respeten el marco de legalidad, si ellos son los primeros en buscar excusas a los límites constitucionales. La democracia es un gran modelo, pero a la vez muy frágil por la vulnerabilidad de sus principios en manos equivocadas. Por ejemplo: la voluntad de la mayoría prevalece sobre la minoría, pero qué sucede si alguien manipula a la mayoría… ¿Es eso democracia? En mi opinión, el peor efecto que generan los abusos en la gobernanza, es que engendra una oposición política que aprende de las mañas y, tal cual virus, evoluciona para evadir los controles legales y judiciales. En otras palabras: el remedio resulta peor que la enfermedad cada cuatro años.

Me parece que el modelo político guatemalteco ha generado un monstruo de varias cabezas y tentáculos, el cual ha corrompido principios fundamentales como: Independencia de los tres poderes, respeto de las jurisdicciones constitucionales, abuso de los Derechos Humanos, transparencia de gestión y administración, intromisión de comunidad internacional y muchos otros más. Considero utópico que Guatemala mejore por la aparición de nuevas leyes. Para mejorar necesitamos de nuevos actores en la política e instituciones, gente que sepamos quiénes son por su trayectoria, y no por sus disparates encima de las tarimas, cuáles son sus capacidades y, sobre todo, que sus vidas sean reflejo de principios y valores.

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