Eduardo Villatoro

Agregaba que ese despreciable fenómeno también se habría trasladado a sectores de la sociedad que, se presume, por los grados de escolaridad alcanzados, son impunes a ese degradante procedimiento, puesto que se trata de profesionales universitarios egresados de Contadores Públicos y Auditores.
Me baso en señalamientos que han externado dirigentes de distintos grupos de esa rama de la academia que pugnan por alcanzar o perpetuarse en posiciones de poder en la Contraloría de Cuentas, especialmente de organizaciones opositoras a la actual administración, que han declarado que funcionarios de esa institución están contratando por períodos temporales, los suficientes para que los favorecidos puedan inclinar el voto a favor de la planilla oficial, a profesionales de esas disciplinas, a cambio de un cargo de tercera categoría.
Durante esta semana otras informaciones se suman a la murmuración acerca de actuaciones de miembros del Colegio de Abogados y Notarios, algunos o muchos de los cuales tan desprestigiados que han llegado a salpicar la honra de colegas suyos que se dedican al fiel y honesto desempeño de sus profesiones.
Entre los 14 letrados que aparecen en un listado de excluidos por la Comisión de Postulación para seleccionar a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, se incluye a aspirantes cuyos expedientes demuestran evidencias de incapacidad, negligencia, deshonestidad y otros vicios impropios de jurisconsultos.
Causaría escozor entre abogados con historiales límpidos, señalamientos como omisiones tan sencillas si fuesen cometidas por legos en la materia, pero es inaceptable que quienes aspiran a convertirse en magistrados de la CSJ presenten fotocopias no legalizadas, aunque podrían excusarse a causa de errores puramente humanos.
El extremo es que uno de los postulantes presentó tres actas notariales de declaración jurada sobre asuntos distintos, consignándolas a igual hora, fecha y lugar y autorizadas por el mismo notario. No puede ser un sencillo equívoco, sino deliberada decisión dolosa encaminada a engañar a los comisionados, y semejante procedimiento con dos actas notariales realizaron otras dos abogadas aspirantes a magistradas de la CSJ.
Conviene que intervenga el Tribunal de Honor del Colegio de Abogados, para evitar más deterioro de la honorabilidad de sus agremiados, muchos de los cuales no disfrutan de prestigio en la colectividad.
(Un postulante a magistrado le cuenta a su colega Romualdo Tishudo: –La directora de la escuela me citó porque mi hija se porta cada vez peor. Fuma, escupe y dice procacidades. –¿Qué edad tiene?, pregunta mi amigo. El abogado repone: –32 años; es una de las maestras).

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