Jorge Mario Andrino Grotewold

Lamentable es entonces, que todas las circunstancias se hagan con apariencia de ser transparente, público e incierto. Debiera ser quizá, explicativo de que los seleccionados son producto de un negociado criterio entre poderes fácticos del país, y que así es como funciona el sistema. Aunque esto sería totalmente cínico para la población, sería preferible comprender de lleno, en lugar de perder tanto tiempo y esfuerzo. Eso sí, sería ideal que quienes fueren seleccionados, ya sea por el amiguismo, por su dinero o por sus compromisos, fueran sancionados gravemente en caso de incumplir con su mandato y que se tuviera una supervisión de su desempeño, despolitizada completamente.

No es la primera vez que se denuncia que los colegios profesionales y la academia fueron cooptados por grupos paralelos de poder, y que sufren los embates de los compromisos políticos o económicos, haciendo negociaciones entre los candidatos, para tener llenos los cupos, aunque su desempeño como Magistrado no fue el idóneo, o si su conducta como litigante, ha demostrado una ausencia de ética. Y no es que los Colegios Profesionales o las Universidades lo planeen así, ni tampoco que los postulantes tengan macabras intenciones; simplemente responden a un sistema ya corrompido por estos grupos de poder, que no se sacian con poco, y que debilitan al país y su institucionalidad jurídica y judicial.

Hoy en día, no hay abogado honesto que no se queje del sistema judicial. Ya sea por los criterios que emanan de los juzgadores o bien porque se presume que la independencia judicial está cada vez más lejana de lo que la teoría constitucional indica. Tampoco falta la gran masa de abogados litigantes que son acusados por juzgadores de conductas no adecuadas, presentación de recursos maliciosos o simplemente de un proceder no ético en el litigio. Así entonces, la profesión de abogado encuentra su máxima debilidad en estos días y si no cambia, será denigrada en un futuro próximo. Algunos inclusive prefieren la especialización en el Notariado, o las asesorías como alternativa al ejercicio de abogado.

Los postuladores entonces, si desean por su propio bien y por el de los colegas abogados, honrar su compromiso con la Justicia, con Guatemala y con la profesión de abogado, deberán restablecer la confianza que se les depositó, y no sólo romper ataduras y compromisos espurios, sino además mejorar su proceso mediante la cuidadosa selección de los candidatos, cumpliendo con ello con un deber legal y también cívico. No hay que olvidar que al final, los legisladores serán quienes elijan a todo el sistema de justicia; y que si se hiciera una valoración, el actual saldría reprobado absolutamente.

Pero si como se miran por ahora los procesos, en donde los propios postuladores son candidatos, aunque no sea en su propio proceso de selección, se pierde la objetividad, se corre el riesgo del conflicto de interés y se compromete la integridad, pues al final cada quien recibe el apoyo a cambio de dar su voto.

Ojalá entonces, Guatemala tenga mejor futuro, y recobre la confianza no sólo en las postuladoras, sino en la justicia en general.

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