Walter del Cid

Padre, abuelo. Lector casi empedernido. Conocedor de las intrincadas reglas del cuasi disfuncional Estado guatemalteco desde 1988 a la fecha. Inició su incursión en el periodismo de opinión en las páginas de La Hora con aportes en la sección «Cartas de los Lectores» en septiembre de 1993. En 2006 tuvo el honor de ser jefe de Información de esta Tribuna y no mostrador. Casi ininterrumpidamente colaboró con columnas de opinión en La Hora, el desaparecido El Gráfico, Siglo XXI de la primera época, Diario de Centro América, la Revista Crítica y eventualmente para la Universidad Johns Hopkins en temas de población y desarrollo. Esta es mi Tercera Época en La Hora, gracias por ello. Creer en la democracia no es una cuestión circunscrita a razones teóricas, es una forma de vida y se aplica a la cotidianidad de nuestros actos.

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El cielo, como suele ser en esta época del año, estuvo raso, sin nubes, límpido. En el parque central el sonido de la chirimía acompañado del pon-pon del tum irrumpía, como viene sucediendo desde el siglo XV, el ambiente de los vecinos que iniciaban su concentración. En el extremo sur de esa Plaza local, todo un escenario formal, elevado, de momento a primera hora de la mañana de ayer, cargado de la decoración navideña de la época y que fue desplazada para dar lugar al ceremonial-ritual que tendría lugar pocos minutos más tarde.

Muchos hombres y mujeres portaban su «Vara de Autoridad», acompañados de sus familias. Eso hacía más nutrida la presencia de aquellos vecinos sonrientes y respetuosos. El ánimo festivo. El ambiente alegre, formal, educado, con mucho respeto, repito, y aún más con notoria dignidad en los asistentes. En la mañana de ayer, se produjo en la Plaza de Santiago Apóstol de Totonicapán el cambio de junta directiva de sus 48 Cantones y sus otras cuatro directivas.

En un momento dado, el maestro de ceremonias invitó a la concurrencia a alzar sus varas. Más de ciento veinte varas fueron elevadas por sus portadores: hombres y mujeres, unos entregando el cargo y otros para asumirlo en el año que se inició la mañana de ayer. Las Varas de la Autoridad son en realidad el compromiso de servir, de servir a su comunidad y el proceso, desde esta base es ascendente, cada portador, sirve en principio a cada una de sus comunidades (los 48 cantones), pero también a diferentes instancias como la Comisión de Baños, (cuyo cambio fue el último día del año 2023), la Comisión de Bienes Naturales y las Comisiones de Alguaciles, divididos a su vez en alguaciles de primera y segunda quincena, responsables de salvaguardar los tesoros documentales de la comunidad en turnos alternos de 24 horas corridas por cada integrante a lo largo del año.

Todos los presidentes de sus respectivas comunidades constituyen una Asamblea, la que a su vez de entre sus integrantes conformará los nueve cargos de la Junta Directiva de 48 Cantones. Las acciones de ellos son por delegación de la Asamblea, no son medidas adoptadas arbitraria y repentinamente, son consensuadas entre los asambleístas de este nivel de organización.

La ceremonia pública y política estuvo inundada por las sonrisas de satisfacción de las autoridades salientes. Por los gestos y múltiples aplausos de los asistentes, de saberse dignamente representados por sus ahora ex directivos. Y en la parte ritual, se invocó a los ancestros a las luchas de los antepasados, con una espiritualidad marcada por el sincretismo entre los elementos de la religiosidad de los pueblos ancestrales y la propia del catolicismo. La mañana de ayer, singular para nuestras vidas, nos permitió ser testigos de un nivel de organización más que imponente e impresionante. Una actitud de vida de plena organicidad entre el individuo, la persona, su familia, su comunidad y sus colectividades inmediatas.

La mañana de ayer, la «instancia política» de la Junta Directiva de los 48 Cantones, externó y así fue aceptado por la concurrencia el cumplimiento de sus misiones: le devolvió la confianza a sus vecinos de la vocación de servicio (y no de servirse) por el cargo asumido en los 365 días anteriores; también de haber sido los impulsores en auténtica vanguardia, de ellos con los otros pueblos indígenas primero y mestizos después, de la defensa de la democracia y, hasta hoy, impedido la consumación de las intentonas de golpe de estado, que no es poca cosa, pues es misión de orden nacional.

La mañana de ayer fue un privilegio haber sido parte de tan magno acontecimiento local, pero de alcance nacional y de repercusión internacional. Gracias comunidades, gracias mujeres y hombres de sus 48 cantones, gracias directivos por habernos ayudado tanto a salvaguardar la democracia. De nuevo muchas gracias.

 

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