Walter del Cid

Padre, abuelo. Lector casi empedernido. Conocedor de las intrincadas reglas del cuasi disfuncional Estado guatemalteco desde 1988 a la fecha. Inició su incursión en el periodismo de opinión en las páginas de La Hora con aportes en la sección «Cartas de los Lectores» en septiembre de 1993. En 2006 tuvo el honor de ser jefe de Información de esta Tribuna y no mostrador. Casi ininterrumpidamente colaboró con columnas de opinión en La Hora, el desaparecido El Gráfico, Siglo XXI de la primera época, Diario de Centro América, la Revista Crítica y eventualmente para la Universidad Johns Hopkins en temas de población y desarrollo. Esta es mi Tercera Época en La Hora, gracias por ello. Creer en la democracia no es una cuestión circunscrita a razones teóricas, es una forma de vida y se aplica a la cotidianidad de nuestros actos.

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Los corifeos o partidarios de la corrupción e impunidad en manos de quienes conducen la mayoría de las instituciones del Estado, estarán de plácemes. Felices en su diminutas mentes por el desplante propinado por el señor Giammattei hacia el señor Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos. «¡Se ha reafirmado la soberanía de Guatemala! ¡No somos protectorado o colonia de ningún imperio!». Algunas de las frases empleadas en las redes sociales, desde la mañana del martes 24 de octubre.

Poco o nada importan las implicaciones de orden comercial, político y social de tal proceder. Ya los agroexportadores sabrán de las posibles consecuencias. No se requiere de un acucioso estudio para saber lo que vendrá, aunque en estos momentos aún se guarde silencio sobre las medidas que adoptará el principal mercado para las exportaciones de Guatemala.

Y es que los corruptos están enloquecidos. A la fecha, todas sus artimañas les han salido mal. Mañana o cualquier día venidero el desprestigiado Ministerio Público a cargo de la impresentable e innombrable fiscal general con su marioneta podrán afirmar cualquier especie que los guatemaltecos ajenos a las dádivas de la corruptela no les creerán ni un ápice. Por supuesto que aquellos que viven del sistema despreciado por las grandes mayorías harán la caja de resonancia para repetir esos argumentos creyendo que tan solo por ello son verdad incuestionable.

Los últimos tres regímenes nos han llevado al fondo de la cloaca. Estamos cada vez peor por la arrogancia y el descaro de la señora Baldetti allá por el 2015, luego las sandeces en grado de contumacia del comediante también innombrable, que llevaron su “guinda” con la desfachatez del actual ocupante de la Casa Presidencial. Pero, ojo y esto es lo más despreciable: el robo de la presente administración supera con creces las irregularidades de Berger, Colom, Pérez y siguiente a la fecha.

Es decir, sume usted apreciable lector lo que se “perdió” en esas cuatro administraciones juntas y la del actual la supera, casi al doble. Eso es lo que indigna. Eso es lo enardece la lucha por la defensa de la Democracia. Hoy la resistencia se nutre de energía por estar cargada de convicción y quienes cuestionan el proceder de los Pueblos Originarios no pueden ser catalogados sin más rodeos como auténticos vendepatrias. Pronto estarán el lugar que les corresponderá en la Historia: tragando el contenido de la cloaca que ellos mismos han llenado con su ambición sin límites.

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