Sergio Penagos Dardón

Ingeniero Químico USAC, docente, investigador y asesor pedagógico en el nivel universitario. Estudios de posgrado en Diseño y Evaluación de Proyectos y Educación con Orientación en Medio Ambiente; en la USAC. Liderazgo y Gestión Pública en la Escuela de Gobierno.

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Algunas personas consideran que los negocios son más efectivos, eficientes y fiables que las funciones de hacer gobierno. Por eso, sus funciones se tendrían que transferir, hasta donde fuera posible, a los mercados para que se ocupen de los asuntos del gobierno, para tratarlos como negocios. Otras personas se niegan a creer que los mercados son capaces de debilitar el papel del gobierno. Lo cierto es que la sociedad civil y sus organizaciones reducen la autonomía de los gobiernos, cuando son extremadamente influyentes, lo que propicia el surgimiento de las dictaduras. Sin embargo, hay buenas razones para llegar a la conclusión de que tanto el ejercicio del gobierno, en general, como los gobiernos en particular, disfrutan de considerable independencia en la toma de decisiones críticas. Ante este poder decisión del gobierno, es oportuno preguntar ¿Cómo capacitar a los gobiernos para afrontar los nuevos y exigentes retos que enfrentan sus sociedades? Por la incompetencia del gobierno, se suele hablar, equivocadamente, de ingobernabilidad, cuando en realidad se trata de una real incapacidad para gobernar. De ahí que el rediseño enfocado hacia la capacitación de los gobiernos, sea un desafío crítico que afronta la humanidad, y un requisito previo para encarar los problemas y las oportunidades del siglo XXI.

Es necesario disponer de políticos formados y capaces de desempeñar una gobernación democrática, comprometidos con su sociedad y adecuadamente cualificados para defender el futuro y los intereses de la humanidad, perfeccionando el enlace entre conocimiento y poder. Al mismo tiempo, deben hacerse vigorosos esfuerzos para elevar el nivel de la educación popular en relación con temas de gobierno, en todos sus aspectos. Los pueblos ignorantes elijen gobiernos incapaces.
La capacidad de un gobernante se verifica por los resultados de su gestión, en relación a la dificultad de su proyecto de gobierno, y del grado de gobernabilidad del sistema en el que actúa. Tres variables se distinguen en la teoría del gobierno: capacidad de gobierno, proyecto de gobierno y gobernabilidad del sistema. Para crear y fortalecer la capacidad de gobierno, se necesita una formación adecuada de los líderes y, sobre todo, del estrato político-técnico de la sociedad. Los líderes políticos surgidos de la práctica siempre serán empíricos, fuera del estrato político-técnico de una sociedad, que se forma en escuelas y universidades, lo que eleva las exigencias de la lucha política y perfecciona la formación de los líderes. Por esta razón, se puede afirmar que la creación de equipos político-técnicos, de alto nivel teórico y buena experiencia práctica, estimula el ascenso del político para su acción en la práctica.

Nuestras universidades producen economistas ciegos a la política, políticos sordos a la economía y politólogos que no se enteran de la incomunicación entre ambos. En el proceso político entran directamente en contacto, pero no en comunicación, son actores que hablan idiomas distintos y manejan teorías incompatibles: el político convencional y el técnico convencional no hablan el mismo idioma, y el acuerdo es imposible. Un problema teórico complejo de interacción entre las ciencias económicas o sociales, se transforma en la práctica política en otro totalmente diferente. El dirigente político no entiende el problema económico y, el economista no entiende el problema político. Con un diálogo en diferentes idiomas, no se puede llegar al fondo de los problemas; como consecuencia, surgen las políticas improvisadas e ineficientes, a partir de la explicación económica que es ajena a la explicación política, y lo mismo ocurre en el sentido inverso. Entre ambos interlocutores es imposible una apreciación profunda de la situación, sólo es posible una mera descripción de conocimientos y experiencias, sin aportar algo de calidad a la naturaleza de la explicación. Esto es frecuente en el dominio del político improvisado, cuyo capital se limita a su experiencia y alguna innata capacidad de liderazgo. Esta falta de preparación, experiencia y educación formal, se refleja en su azaroso comportamiento.

Por eso, el gran problema político de nuestro tiempo es la incapacidad de los gobiernos, que se expresa con más fuerza y adquiere mayor importancia, en países que están a la zaga del progreso científico. La capacidad de un gobierno depende del grado de desarrollo del capital intelectual de su sociedad, cuyos estratos son determinantes en la calidad de la gestión pública. Entre estos estratos se identifican: los líderes políticos en el nivel nacional, departamental, municipal, regional y local; el nivel técnico político de los directivos, ejecutivos, asesores y planificadores; el nivel de los investigadores en el campo de las ciencias y las técnicas de gobierno; el nivel general de los profesionales universitarios y de los científicos, que se desempeñan en el ámbito público o privado, los profesionales de las universidades y, la ciudadanía con sus organizaciones de base popular. Una decisión política, al margen de los fundamentos teóricos y técnicos, está basada en juicios de valor, en función del interés, la oportunidad y otros aspectos, que debieran ser discutidos en todos los niveles.

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