Sergio Penagos

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Sergio Penagos

Estamos en ese momento de la vida donde debemos enfrentar situaciones conflictivas, complicadas, poco deseadas, pero que exigen ineludiblemente tomar decisiones.
Juan Teodoro Falconi

En política partidista con sus procesos electorales y las votaciones, la toma de decisiones se reduce a dos, tres o más alternativas, que en este caso son:
Votar por el candidato más gritón.
Votar por la candidata más guapa.
Votar por los mismos.
Votar por un mediocre oportunista.
Votar por el más populista
Votar en blanco.
Anular el voto.
No asistir a votar.

El tema se complica por los dilemas que generan estas alternativas al tener que elegir una sola de estas opciones, y todas ellas son igual de buenas o igual de malas que se debaten en un ambiente de inseguridad, desconfianza e incertidumbre. Cuando se carece de garantías para un honesto, libre y respetado ejercicio del sufragio, el entusiasmo ciudadano se ve minimizado y, en ocasiones, coartado por la grosera cooptación del Estado y sus instituciones, el vulgar y servil comportamiento de quienes son responsables del proceso electoral y la desfachatez de quienes se creen ungidos por Dios para seguir robando y destruyendo al país, convierten en un mercado de voluntades y conciencias, lo que debiera ser la máxima expresión de una sociedad en democracia, que funciona amparada en un verdadero Estado de Derecho, y con total aplicación del Derecho a elegir y ser electo, bajo la honesta dirección de un probo, responsable y eficiente Tribunal Supremo ]Electoral, capaz de garantizar un proceso limpio y ordenado, para garantizar el respeto de la voluntad soberana de la ciudadanía. Pero, el panorama se complica más cuando la elección se debe realizar en un ambiente tan polarizado a causa de los enfrentamientos propiciados por muchos opinologos y politólogos, quienes manifiestan que es preocupante la crisis de los partidos políticos. Lo preocupante es el surgimiento de oportunistas presumiendo de líderes, sin que nadie los conozca o conozca sus trayectorias laborales o políticas; a pesar de eso, la población manifieste un espíritu de sumisión ante estas nuevas figuras, siguiendo al líder desconocido y momentáneo, con la alegría y convicción de coincidir con la mayoría borreguil suponiendo que se posicionan en el lado correcto. Nuestro país está en un ambiente de creciente polarización política, que se agudizará en la segunda vuelta al promover el surgimiento de grupos antagonistas, que no tienen empacho en recibir a aquellos que fueron sus acérrimos enemigos en la primera vuelta, siguiendo la consigna: votos son votos, no importa de quienes.

Quienes escribimos estas columnas no podemos ni debemos decirles por quien votar; sólo recomendarles que su voto sea racional y ético. Voten con el cerebro y no con el hígado. Una decisión ética es la que se debe tomar entre opciones igualmente válidas y legítimas, que se presentan como contradictorias o excluyentes entre sí. El 25 de junio de 2023, los ciudadanos deberemos tomar una decisión y escoger alguna de esas opciones. Y, sobre todo, ser responsables por las consecuencias que esa decisión genere. Tenemos mucho por reconstruir, mucho por construir, mucho que mejorar como sociedad, como país.

Falconi describe el ambiente nacional: “Por tanta miseria moral, hemos olvidado que vivir en sociedad implica tener instituciones que sirvan a todos por igual, respetando las características y diferencias de cada uno; vivir en sociedad implica renunciar a vivir todos bajo mi ideología, implica dejar de imponer mi religión, mi certeza de que mis ideas son válidas pues son la verdad que hará felices a todos todo el tiempo (aunque algunos ahora no lo crean o no lo quieran) y entendemos que mi paraíso puede ser el infierno para el discrepante

Actualmente, lo que más me llama la atención es la nula capacidad de autocrítica y la falta de visión de que esto refleja un deterioro institucional de la vida en democracia. Mis amigos y colegas, todos profesionales, han dejado de lado su imparcialidad y objetividad ante lo que sucede y son incapaces de relatar los hechos históricos sin sus propios sesgos, pues a ellos ya no les importa servir a la verdad y a la justicia, sino a la visión personal que ellos tienen de la verdad, de la justicia, pues todo es relativo: todo es un constructo social.

Y por eso, en este clima de polarización todo es blanco o negro, todo es binario: tú o yo, los míos o los tuyos, y cuando hablamos de un líder o candidato presidencial procedemos a hablar de nosotros y de ustedes; hablamos de que unos somos los buenos, los otros son los malos; nosotros somos los éticos, los otros son los malos, los inmorales, los corruptos, el virus que debe ser erradicado y por ello los muertos de mi tribu duelen, conduelen, son héroes y más, pero los muertos del otro, los muertos del enemigo, no valen igual, no duelen: están bien muertos.”

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