Juan Jacobo Muñoz Lemus

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"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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Juan Jacobo Muñoz

Inicié el año en otro país y todo es novedoso ante mis ojos, pero diferencias aparte la gente es siempre la misma, con un poco más o un poco menos de cualquier cosa. El punto es que inicia el nuevo año y es difícil no pensar algo en su nombre.

Cuando un año nace no lo hace como una página en blanco, trae cosas escritas. Lo mismo pasa con los seres humanos gracias a la genética, después que los dados se revuelven y lanzan una jugada. Todos nacemos con características naturales muchas veces imperceptibles.

El temperamento heredado es una forma automática de reaccionar emocionalmente ante las experiencias externas o internas. Es permanente a lo largo de la vida y puede ser útil o errático para adaptarse según la situación, de ahí que cada persona sea exitosa en ciertos ambientes, o se angustie y fracase en otros. Es tan natural que nadie repara en él aunque tienda a conductas impulsivas y reincidentes.

La infancia y las relaciones en la niñez con padres y significativos hacen que el temperamento evolucione al carácter y a la relación con uno mismo, con los demás y con el universo. A partir del carácter se va gestionando la personalidad por una combinación de lo biológico con lo ambiental, como una forma de ver las cosas y una forma de ser que diseña un estilo de vida para satisfacer necesidades y progresar a metas, además de ser la herramienta para relacionarse con los demás; apenas poca cosa.

Hasta aquí todo parece entendible, pero los seres humanos tenemos historia, y recurrimos mucho a ella para justificar nuestra vida, al punto que todos terminamos hablando de nuestro pasado y de cómo nos marcó. Ese es el punto, que toda persona se siente marcada por su vida como si viviera una maldición. Muchas teorías del desarrollo han insistido en este punto en términos de determinismos o condicionamientos. Y así, todo ser humano cada vez que necesita exculparse señala a su historia y ya. Siempre resulta cómodo tener a que o a quien culpar.

La cosa no queda allí y lo que sigue es cometer errores de apreciación con conclusiones muy particulares que revelan una identidad mal lograda. Voy a decirle a esto, complejos. Los hay de todo tipo; de fealdad, de incapacidad, de invisibilidad o inelegibilidad, que no son todos porque en la otra mano los hay de belleza, de omnipotencia, de notabilidad y alta calificación para ser elegible. Son solo algunos que conste, dentro de una amplia gama entre la inferioridad y la superioridad. Con una identidad equivocada, cada persona corre el riesgo de vivir con una distorsión de sus capacidades y de lo que inspira, lo que es muy importante si pensamos que todo genera decisiones y promueve conductas.

En general, una persona acomplejada no se ajusta bien a las circunstancias de la vida y no se relaciona bien con los demás. Esto quiere decir que no maneja bien la presión y es fácil que opte por sus zonas de confort para salir del paso. La personalidad cuando está mal atendida es rígida, intolerante y con mucho deterioro por la dificultad para aceptarse, y en consecuencia con sentimientos de vacío y tendencia a los resentimientos. No es difícil ver entonces a mucha gente miedosa, dramática, mentirosa, atrevida, temeraria, extravagante, oportunista, ansiosa, solitaria, hiperdiligente, perfeccionista o mártir; solo son ejemplos.

El cuarto elemento de esta secuencia (temperamento, historia y complejos eran los primeros tres), es que de forma inconsciente se plantean expectativas equivocadas y objetivos inalcanzables. El destino de esto es la frustración, que solo sirve para sufrir y para rematar con otros o con uno mismo, y en algunos casos disfrazarlo con falsa indiferencia. Si el ser humano tiene alguna marca universal, es sentir que no da la talla, y si no, por qué tanta ansiedad como evidencia de cuanto aflige sentir que no se tiene el control de algo. La impotencia será abrumadora mientras no se sepa reconocer que es normal no tener el control de las cosas.

Toda esta relación de hechos la hago porque es mi primer escrito de un nuevo año y porque deseo proponer ciertos propósitos: A) Si el temperamento es inmodificable, lo mejor es conocerlo y ayudar a que se adapte a la realidad sin esperar que la realidad se adapte a nuestras pretensiones. B) La historia no marca tanto como creemos, muchas personas han encontrado en su evolución que con el mismo pasado pueden estar en paz y ser felices. C) Es importante revisar la autoimagen que seguramente solo es una distorsión emocional sin apego a la realidad. D) Ser modestos en objetivos y no creer todo lo que nos dicen o lo que nos decimos, entendiendo que a la vida no se viene a probar ni a demostrar nada, o a convencer de algo. E) Un ego sano debe ser justamente autocrítico y su única función la de cuidar y cuidarse. F) Sacar a la luz lo que habita en la sombra, encarando nuestros defectos de carácter en la búsqueda de un verdadero sentido de vivir e ir más allá, trascender. G) Sabernos solos, libres para ser responsables y asumir la finitud. H) Aceptar que la realidad nunca puede superar a la ilusión.

Son demasiadas palabras, solo quería desearte un Feliz Año Nuevo.

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