Sergio Penagos
El empirismo, la irresponsabilidad y la voracidad de las personas encargadas de la obra pública se manifiesta cuando la naturaleza pasa la factura. Entonces, adicional a la zafada de bulto, se acude a la sobada excusa: se trata de un desastre natural. Esto es muy cierto. Es natural que una obra pública colapse cuando ha sido realizada por una empresa mediocre y con un estúpido criterio de ahorro, al utilizar materiales de pésima calidad para agrandar la sobra.
Los vecinos de Villa Nueva se sorprendieron, en la madrugada del 14 de junio, cuando vieron que se formó un agujero en el asfalto, en el kilómetro 15 de la ruta CA-9. Después de la sorpresa, las autoridades seguían adivinando y aventurando opiniones para solucionar el problema. El alcalde de Villa Nueva informó que se realizó un trabajo técnico en el primer día de la problemática, y se determinó que el socavamiento se debió al colapso de un colector, por eso se procedió a rellenar el agujero.
Ante el clamoroso fracaso del relleno, el neurótico presidente afirmó: “la idea es iniciar la construcción de puentes permanentes en el lugar, donde ya no habrá carretera, ni puente a desnivel”, todo esto sin los adecuados estudios previos.
Este gobierno y los anteriores están basados en el presidencialismo, de esa forma asumen que el presidente, por incompetente, ignorante y mediocre que sea, es más infalible que el Papa. El señor presidente dijo que ya no habrá carretera, que serán dos puentes; entonces, debemos obedecer al tatita presidente, antes que lance una ficha y decida otra cosa.
Lo que no sabe el tatita presidente es que, antes de proceder a la instalación de un puente, es indispensable identificar y evaluar los impactos ambientales que pudieran generarse por la realización de ese proyecto, para ello es necesario identificar sus características básicas: dimensiones, ubicación, servicio que prestará y otras consideraciones. A partir de esta información se procede a realizar la evaluación de los potenciales impactos ambientales que producirá su instalación y funcionamiento.
En la actualidad se dispone de los conocimientos y la tecnología adecuada para estas actividades, con la recomendación de utilizar indicadores: ambientales, biofísicos, socioeconómicos y culturales, previamente establecidos, para hacer posible el ordenamiento, clasificación y valoración de las acciones del proyecto, que pueden generar diversos impactos ambientales; lo que genera la capacidad de identificarlos, describirlos, interpretarlos y calificarlos, para establecer las adecuadas medidas de mitigación. En función de los resultados obtenidos en el proceso de evaluación de los posibles impactos, y considerando las características, tanto del medio natural, como del medio socioeconómico y cultural de las poblaciones afectadas, aunado a las características físicas, estructurales y de servicio que se espera que preste el puente, se formula un Plan de Manejo Ambiental (PMA), orientado a proporcionar mecanismos prácticos para la prevención, mitigación y control de los potenciales impactos al ambiente, y a los residentes, permanentes o temporales, en el área de influencia del proyecto, con relación a sus actividades vitales; así como lo relacionado con su seguridad vial.
Desde el inicio de las actividades del proyecto, es fundamental establecer un adecuado sistema de señalización e información en los sectores críticos, aplicando medidas especiales en las rutas y áreas de concentración poblacional. También es importante establecer una forma adecuada y eficiente de disposición de los escombros y desechos para reducir la erosión del suelo y el daño al entorno.
Un programa de control, seguimiento y monitoreo de los impactos ambientales tiene como finalidad facilitar la implementación de las medidas de mitigación, propuestas en el Plan de Manejo Ambiental, y del cumplimiento de las obligaciones establecidas en la normativa vigente. Por ejemplo, evitar la contaminación y el desperdicio del agua, el incremento del ruido en las cercanías de las zonas residenciales y otros aspectos considerados en este programa; en el que se prioriza dar seguimiento a las alteraciones de las condiciones iniciales ambientales en las áreas de influencia del proyecto, para reducirlas al aplicar las medidas de mitigación establecidas y evitando que la calidad ambiental, identificada al inicio del proyecto, sea afectada lo menos posible al dar cumplimiento a lo programado.
Para la fase de construcción se debe diseñar y aplicar un programa de prevención de accidentes, con adecuadas medidas de seguridad industrial y salud ocupacional para el personal involucrado en el desarrollo del proyecto; con el fin de mantener un clima operativo seguro, previniendo los accidentes que pudieran derivarse de las actividades de construcción, operación y mantenimiento del puente.
También se debe incluir un programa de recuperación y embellecimiento del entorno y revisar las medidas de expropiación, si las hubo, las reubicaciones de las personas afectadas, para proceder a su compensación. Es posible que esto último sea aprovechado por los cínicos políticos para promocionarse y seguir negociando obras, sabiendo que en Guatemala los puentes son como el arcoíris. Siempre, al final, está una olla embarrada.